lunes, 29 de febrero de 2016

BLANCOS Y NEGROS EN FERNANDO PO- 1ª PARTE













   BLANCOS Y NEGROS EN FERNANDO POO- 1º PARTE

JOSE MARÍA VILA, es un escritor que se ve domina el tema, creo que lo conocí en Santa Isabel, tengo dos libros suyos: Los Que No Se Van 1967, y Tres Modos De Vivir 1958.
Hoy me ha donado un amigo varios diarios, y  en uno de ellos del  Diario de Barcelona, aparece un artículo que refleja la vida en Santa Isabel, y me permito copiarlo en mi blog, por interesante, espero que José Mª Vila o sus descendientes me permitan publicarlo. 
BLANCOS Y NEGROS EN FERNANDO POO (7 DE JUNIO DE 1956)
Para ser finqueros allá en los años 1920, se necesitaba un sentido heroico. No estaban los automóviles al alcance de un mediano agricultor, ni existían los jeeps; eran desconocidas las neveras automáticas y la sanidad no había logrado mitigar los efectos de las plagas tropicales. Instalarse en una finca obligaba a someterse a duras incomodidades. Viven aún terratenientes que utilizaron un cajón cualquiera como mesilla de noche y durmieron en una cama que tenías las patas sumergidas en potes de agua, para evitar que las hormigas escalaran el lecho e impidieran el descanso.
Resultaba obligado construir la casa con madera, algunas veces con material de buena calidad, otras con “calabó” madera de menos resistencia. Era aconsejable reservar la caoba, el ébano etc. Para la venta y con su productor poner en cultivo nuevas hectáreas de tierra.
Ustedes habrán  de comprender que cuando la vida del blanco es dura, tiene que resultar dura para los braceros,. Nuestros finqueros y sus capataces actuaron probablemente algunas veces con mano de hierro. Ahora bien; los finqueros de nuestros días residen en Santa Isabel o en la Metrópoli. El gerente de la finca tiene casa bien puesta, nevera a petróleo y buenos medios de locomoción. No tiene que temer a las epidemias de antaño. Y si los finqueros y sus encargados han mejorado materialmente, es lógico que también haya mejorado la situación del bracero  indígena. La vida es fácil para él. Le basta con el pescado salado y si el arroz que recibe de su patrono como racionamiento, pero utiliza también el ñame, los plátanos (que son distintos de los que en la Metrópoli se designa con este nombre) , la malanga, la harina de yuca o el fruto del pan.
El ñame tiene aspecto de boniato, pero es mucho mayor. Los braceros lo comen hervido, añadiéndole <>, una mixtura de picante preparada con aceite de palma y una especie de guindilla que hace las veces de pimienta.
Los del Niger gustan de comer <>. Lo preparan con yuca rayada, puesta a fermentación la meten en un saco, al que sobreponen tres palos atados por uno de sus extremos. Unen luego  el otro extremo de los palos, enrollándoles una cuerda y al hacer presión sobre el contenido del saco, la yuca queda prensada. Finalmente la tuestan en unas bandejas metálicas. Esto es <>. Para comerlo añaden <>.
Otra comida corriente para los braceros indígenas es el <>. Se prepara con plátano hervido y aplastado en un almirez. Los del Niger convierten en bolas esta pasta de plátano, la humedecen en una taza con <> y se las tragan enteras, sin masticar. Los bubis y otros indígenas en vez de aplastar el plátano hervido , lo cortan a pedazos lo mezclan con pescado salado y le añaden <>

Estas comidas son típicas, pero el alimento normal de los braceros es el arroz hervido con el aditamento de pescado salado y <>. 

No hay comentarios: