lunes, 29 de febrero de 2016

BLANCOS Y NEGROS EN FERNANDO POO, 2ª PARTE








BLANCOS Y NEGROS EN FERNANDO POO - 2º PARTE Y ÚLTIMA


Estas comidas son típicas, pero el alimento normal de los braceros es el arroz hervido con el aditamento de pescado salado y <>.
Los braceros que residen en Santa Isabel o en sus arrabales indígenas y trabajan como albañiles, carpinteros, peones o <> (criados) se gastan su dinero yendo al cine, al futbol, al boxeo entre aficionados, o a sus bailes típicos. Los de las fincas tienen que divertirse de otra manera. Como los campesinos de otras latitudes.
Pero tenga en cuenta el lector que no todos los indígenas trabajan como braceros. Existen fernandinos que disfrutan de buena posición económica y viven a la europea. Otros vegetan en pequeñas fincas o en actividades más o menos vulgares y viven a la manera tradicional,. Otros en fin ocupan plazas en oficinas públicas y comerciales o trabajan como dependientes de venta. Estas promociones de oficinistas y vendedores constituyen un factor importante a tener en cuenta para el futuro de la isla.
Es en las fincas donde el sentido de tutela tiene expresión concreta. Ustedes no pueden darse cuenta del tono paternal que hay en el aire enfurruñado del director de una finca cuando, después de comer, recibe en <> a los braceros que se creen en el caso de exponerle sus cuitas o hacerle una petición.
En este punto se preguntará el lector: ¿ Cómo viven los blancos? Pues bien, los terratenientes gozan de solida posición; los encargados de finca, capataces, etc. Han alcanzado un desahogo económico que compensa su sacrificio.  Los comerciantes (dueños de factoría) tienen emplazado su negocio en pleno núcleo urbano; no en despoblado; y obtienen buenos beneficios. Los oficinistas y los encargados de otras actividades, gozan de un sueldo y una consideración, siempre superior, a la de sus similares en la Metrópoli. Tienen vivienda gratuita, seis meses de vacaciones cada dos años y viaje de ida y vuelta a cargo del patrono.
Pero no vayan ustedes a creer que se enriquecen fácilmente. Viven mejor, a cambio de residir a cuatro mil millas de Barcelona. Una cuarta parte de ellos amasa un respetable capital, con el que podrá establecerse por cuenta propia o mirar con optimismo su vejez. Los restantes viven desahogados, pero no ahorran o bien acumulan cantidades de dinero que solamente les bastan para darse buena vida y mantener una discreta ostentación durante sus seis meses de permiso.
Los blancos de Fernando Poo no llegan a tres mil y probablemente cubren todas las plazas  necesarias en la actualidad. Su vida, salvo los que residen en las fincas- y estos son minoría- es la normal en una pequeña ciudad, y en esta normalidad incluye la comida. La única diferencia estriba en residir lejos de la Metrópoli  y en estar obligados a someterse a las prescripciones sanitarias de la Colonia que afortunadamente no son muy duras.
Ya en el año 1921, con ocasión de hallarse en Barcelona el entonces gobernador de Guinea, don Ángel Barrera, reunió en el hotel Ritz a una representación numerosa de elementos de la Cámara Agrícola de Santa Isabel, y tras estudiar los problemas de crecimiento de la Colonia, los felicitó por el buen trato que daban a los braceros y empleados.
Por regla general, las cosas de Fernando Poo, han ido siempre bien, de acuerdo con las circunstancias de cada momento. En la actualidad van bien para los blancos y muy bien para los indígenas. A todo y a todos alcanza en más o menos grado la prosperidad de aquella tierra tropical.
Y no saquemos ahora a colación ni los derechos y deberes de cada uno y otros, ni la caridad cristiana, ni las particularidades digamos congénitas de las razas humanas. Que mucho de esto habría que aplicarlo tanto a Fernando Poo como a otras partes y no sería tema adecuado para un reportaje sobre aquella isla.
(Página 11 del Diario de Barcelona del jueves día 7 de junio de 1956).
Fernando el Africano – Barcelona a 29 febrero de 2016



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