Escrito Nº 5
Cuando un
joven desea contraer matrimonio consulta primero con sus padres y obtenido el beneplácito pasa al butucu o
jefe de la aldea y le manifiesta sus intenciones, y si este lo ve bien, se
entabla una negociación.
A la misma
acude con una calabaza llena de topé (aguardiente) u otro regalo como una pieza
de caza o gallinas el novio. Después fijan lo que pagará por la novia, en cuyo
trato se incluye trabajos agrícolas de desmonte o plantación de nuevas
semillas. Habitualmente no le entregarán la novia hasta que cumpla 16 o 18
años, durante ese periodo deberá seguir contentando a sus futuros suegros, sino
se puede quedar sin su pareja y perder la inversión.
Cuando la
novia llega a esos 16 años, se renueva el encuentro con nuevos regalos, como
aceite de palma, abalorios, tabaco etc. En ese momento la novia pasa a ser lo
que llaman Bulá, que podríamos decir que es periodo de la luna de miel, pero no
puede tener tratos con los forasteros, y debe cuidarse de darle de comer a su
marido, proporcionándole si puede alguna
caza, como gronbif (rata de bosque) ardillas, antílopes, culebras etc.
Vuelven a
untarse de tol-lá que es un ungüento compuesto de ceniza, hojas de árboles
molidas con una piedra, aceite de palma, y un fruto que da un tono rojo fuerte.
Las personas que le traen los regalos de boda, deben así mismo embadurnarse con
el unto. En medio del recogimiento y para que no tenga trato con seres extraños
le dejan como compañía un niño o niña de 8 a 10 años. La bulá utiliza muchos
abalorios, trenzas, conchas ensartadas (llamadas Chib-bó) en todo el cuerpo y
en las rodillas un tejido construido con cuerdas que le oprimen y hasta
mortifican. En la cabeza parecen trenzas en punta al quedar el cabello
endurecido por el aceite de palma.
Todo esto
dura hasta que el marido ha reunido suficiente dinero para celebrar el
enlace. Si el marido no tiene muchos
medios y además es su única mujer, esos privilegios le duran unos seis meses,
si tiene otras mujeres que trabajen ese tiempo se alarga hasta 18 o 20 meses.
Las bodas
acuden prácticamente todo el poblado y las dos familias al completo, durante
días se acumula todo el aguardiente posible, cuando terminan las ceremonias que
pueden durar más de un día, la novia es libre para hacer vida normal.
Ahora vamos
a resumir la otra parte de la vida, que es la muerte. Los bubis cuando un
enfermo ya está casi en coma, le doblan las rodillas, supongo que para que el
ataúd les dé menos trabajo. Untan su cuerpo con bastante aceite de palma, de
esa forma queda lustroso, le hacen un ataúd de hojas de palma entretejidas a la
manera de una estera. Entretanto la
viuda saca una cesta en donde tiene sus riquezas o signos significativos, tales como collares,
trozos de piel de animales como cabra, antílope, y una calabaza vinatera, llena
de topé y otra de aceite de palma. Las plañideras corean las virtudes del
difunto que repiten en estribillo el resto de asistentes, se bebe todo lo que
ofrece la familia y la mujer (creo) pasa a depender de la familia del difunto.
FIN de mis
impresiones de este libro tan interesante EL LEGADO DE LOS JESUITAS, escrito
por el profesor Miquel i Vilaró Güell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario