viernes, 28 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- CAPÍTULO XLV

                                              Las mujeres fang con su cesta (nkue) sobrecargada,
                                              mujeres fuertes y sufridas.                       

Siempre he tenido el resquemor de no haber conocido más la zona continental, donde algunas costumbres, incluso el canibalismo, todavía se conservaban en lo recóndito de los pueblos del interior, especialmente en celebraciones religiosas. Sus costumbres, hábitos, pensamientos y aspecto son distintos de los bubis de la isla, pero profundamente interesantes.


En estas tribus existía la práctica de dejar la mujer a un amigo, en prueba de amistad, pero en caso de irse con otro hombre sin el permiso del marido, se ejercitaba el castigo de amputarle las orejas, o atarla a un árbol denominado “ngón” para que fuera devorada por las hormigas rojas, untándola con miel para que acudieran con mayor celeridad las devoradoras.

Una jornada caminando por el bosque con un nativo, es una experiencia vitalizadora, reconfortante, plena de valores que dan un código del vivir. Las fuerzas que nos provienen de la madre naturaleza son las que dan la verdadera confianza al carácter humano. Por mediación de esa persona no contaminada por los pensamientos de la civilización del ladrillo, recibimos una sabia que nos protege de la polución del egoísmo.

En la región de Río Muni la vida familiar está constituida como clan (etunga bot), una colectividad centrada en la propiedad rústica bien como poblado bien como familia, como dice un proverbio africano- la tierra no pertenece al hombre; es el hombre quien pertenece a la tierra-.

Una cosa curiosa de la mujer africana, es que cuando discutían o deseaban insultarse, uno de los epítetos más acostumbrados, era imputar a la otra que no fuera plena mujer, al no haber tenido hijos, y esto se lo decían entre dos muchachas de escasos veinte años. Para ellas era un insulto el no haber sido madres, independiente de que estuvieran casadas o no, esto era aleatorio. Para ellas la realización de su vida era ser madre lo que les garantizaba el futuro de su tribu y la seguridad de su defensa para un mañana.

En esta región ya en 1947 existían en muy buen estado 700 kilómetros de pistas o carreteras que se podían utilizar todo el año, además de que muchos tramos de la selva o de la Costa podían efectuarse con embarcaciones, por lo que en este sentido estaba nuestra región mucho mejor comunicada que otras vecinas en proporción, el trasvase de gente desde el Gabón a Guinea o de Guinea al Gabón es muy fluido, dado que al no haber fronteras naturales, no hay forma de evitar o controlar ese trashumancia que por otra parte es natural al ser de la misma tribu y tener familiares en ambas partes.

Las leyes españolas iban poniendo coto a la poligamia, y así la Ley de 29 Agosto 1944 y la de 25 de Abril del mismo año, prohibían terminantemente a los jefes indígenas y a los funcionarios contraer matrimonio con más de una mujer anulando todos los anteriores salvo el contraído canónicamente.

En nuestros territorios el primer jefe indígena nombrado por el Gobierno Español, recayó en Fernando Boncoro, jefe de la Isla de Corisco el 23 de Julio de 1858 y en 3 de Junio de 1907 se da orden a los Subgobernadores y delegados procedan a la estadística de la población indígena. A los jefes indígenas se les concede una parcela de seis hectáreas que constituye un patrimonio usufructo sin que pueda ser objeto de gravamen o arrendamiento, y a los segundos jefes cuatro hectáreas, y para el cultivo de estas se dispone gratuitamente de seis braceros de la misma tribu. Por cada persona censada en la tribu se adjudican 2 hectáreas de terreno como mínimo en concepto de terreno del poblado.

Todo ello significa algo importante pensando que solo en el Continente existían 211 primeros jefes, y se supone que para el trabajo de esos terrenos patrimoniales tenían 2.532 braceros en total. ( Política Indígena en Guinea – A. Iglesias de la Riva 1947)

Filosofando, podríamos decir que el ser humano, para llegar a la democracia y a la libertad, va creando puertas, escollos, letras de cambio, semáforos y otros elementos que esclavizan más al hombre que las leyes de la selva para subsistir, esclavizando al sujeto con la pretensión de ser más libre.

En los años cuarenta, en esta zona se hicieron verdaderas fortunas, cultivando la yuca y exportándola a España, como sucedáneo de la patata, al haber quedado destruida la agricultura en España por nuestra Guerra Civil. No habiendo suficientes camiones para transportar a Bata la producción del campo. Así que, como dicen los continentales, ambolo (adiós, hola ).

                   Barcelona a  28 septiembre 2012

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