sábado, 20 de octubre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO - CAPÍTULO 50


                                                                               

El sacerdote cuando tenía que efectuar una ceremonia se untaba del barro sagrado –siomo- y con sus elementos básicos tales como un barro mezclado con sangre que representaba la Isla, o un fruto seco cuyas semillas hacían mucho ruido para llamar al espíritu , u otros objetos que volcaba de su calabaza iba interpretando los designios en su cabaña o rijata, por eso se llama bojiammó que traducido significa – el que recibe inspiraciones del espíritu- .

Objetos adivinatorios que salían de la calabaza, eran :

Benela. Fruto de una trepadora muy duro, significa que el asunto es muy dificil

Nchibo. Trozos de concha que sirven para collares y como dinero, significa que todo se puede resolver pagando.

Sipolo. La taba del antílope, hueso de alta dureza. Significa asunto que no puede resolverse o tiene un mal fin. Y así una serie de elementos que según hayan o no salido y agrupado sobre el suelo, dan el oráculo de la consulta, es como un juego de dados que según caen los mismos del cubilete, nos hacen ganar la apuesta o perderla.

Un ayudante va recibiendo a la gente y le va trasmitiendo los deseos, no se le debe hablar directamente, aparte de que ese protocolo encarece los honorarios.

El linaje del Abba de Moka, el de mayor prestigio es bastante conocido y su descendencia, esto es posible ya que se supone que procedentes de las playas de Bilélipa subieron a Moka no hace tantas generaciones. Abba fue el primero que llegó al valle, y su sucesor debía ser hijo de una de las dos mujeres con las que Abba se casaba. Al heredero del cargo lo coronaba el rey, en un acto en que acudían de todos los poblados, en el que se comprometía entre otras cosas a:

No comer malanga ( Era comida vulgar para su cargo)

No comer venado ( Por la tradición que cuento en otro capítulo)

No cocinar ñáme ( eso era rebajarse, se lo tenían que preparar y limpiar)

No llevar carga sobre su cabeza ( Eso debían hacerlo sus mujeres o su secretario)

Entre otras funciones del Abba, era marcar en una vara, los nacimientos que se producían en el poblado durante su vida, pero como esa vara había que presentarla en el otro mundo, para justificar lo bien que contribuyó a la natalidad durante su reinado, se enterraba junto al cadáver, con lo que se ha perdido un dato importante para la estadística. Tal vez habría que ir “ arriba” para que nos presten las varas y poder calcular los nacimientos en los poblados, que debían ser muchos pero fallecían antes de la pubertad un porcentaje elevado de niños. Algo que llama la atención es que el parir gemelos no es buen signo, ya que su tradición considera que cuando vienen dos, es que sobra alguien en la familia y se va a morir, por ello hay que avisar rápidamente a todo el mundo para intentar contentar a Rupé.

Existe un cementerio de Abba, por lo que se puede observar en el mismo por las tumbas, las muchas generaciones que está establecida la figura. En cada sepultura de 1,80 de fondo por 3,20 metros aproximadamente, de largo, se enterraba el fallecido previa comprobación de la tumba introduciéndose en ella y volviendo a salir del heredero. Al lado de la tumba se plantaba un rama del árbol Iko. Dice el padre Amador en su libro, que en 1956, existían unas 60 sepulturas.

En los poblados existe la casa del oráculo normalmente algo apartada de las demás, y para entrar por su única puerta, daremos con la cabeza en la campana suspendida sobre ella a un nivel muy bajo. Esta campana está construida por un fruto redondo seco, cuya semilla es la que suena. El fin es que el espíritu sepa de nuestra llegada. Allí nos recibirá el elodyi, que tras recibir nuestros presentes de cuya importancia dependerá el que los augurios sean buenos o malos, nos invitará a sentarnos en un taburete, habiendo dejado antes las ofrendas en el suelo. Una vez enterado del motivo de nuestra visita, agitará un cencerro de madera sobre nuestras cabezas para alejar a los posibles maléficos no invitados. Después entrará en una especie de trance bien visible por temblores y el espíritu entrará en su cuerpo, desde ese momento hablará de una forma normal pero no es el profeta es el espíritu, que no se irá antes que veamos que se queda después de otras agitaciones en un estado de tranquilidad total.

Narra el padre Pereda, que en Batete los bubis sabían por un oráculo de la llegada de los hombres blancos que les hablarían de una religión distinta de la suya. El elodyi Tuita Paó, en los `primeros tiempos de la colonización antes de final de siglo, había dicho, - Deseo morirme antes de que veamos volar a los blancos encima de nuestras cabezas- Entonces el avión no se conocía, lo que confirma que esos personajes gozaban de premoniciones.

En la creencia bubi, hay seres extraños en algunos bosques, por ejemplo en un bosque cercano a Balachá, hay enanos con grandes cabelleras que adornan su cabeza, para evitar su maleficio, se les dejan algunos objetos de regalo al pasar por algunas zonas concretas del bosque.

Cuentan que en un bosque cercano a Baney, habitaba un ogro, que se comió a medio poblado, hasta que el espíritu aconsejó al hijo de Bolulupeumé llenar muchas ollas con comida, devorada esta por el ogro, se quedó dormido, y aprovechó el joven para abrirle el vientre, de donde salieron todos los vecinos del poblado que habían sido devorados por el ogro intactos. A estos ogros les llaman nokonoko. En las mitologías hay cosas parecidas, como Jonas en el vientre de la ballena.

Igual que la leyenda del dragón de San Jorge, en su región cada año el pueblo estaba obligado a ofrecer una virgen al dragón, y cuantos se habían enfrentado al mismo pagaron con su vida su osadía, hasta que llegó nuestro santo y lo mató. En Batoicopo se cuenta que se le ofrecían doncellas al ogro, dado que en una época de gran sequía, el ogro se bebía toda el agua del manantial, y a cambio de la vida de las doncellas, les dejaba que manara el agua, como el poblado de Baloeri no aceptó el trato este pueblo tiene falta de agua.

El hombre del saco nuestro, es para ellos Sipoa, monstruo informe que aterroriza a los niños que no obedecen a sus padres. Se les suele llamar con el grito – E Sipoa elelele, si contesta mal asunto, es que va a venir pronto. Se les puede contentar con algún ofrecimiento de comida o leña para calentar su cueva. No hay que olvidar que el terreno puro de los bubis donde se refugiaban siempre, era la montaña y por lo tanto en esa zona por las noches hace frío y hay que tener leña a mano no solo para cocinar, iluminar la vivienda sino también para calentarla. Otra curiosidad de ese territorio que se ha perdido pero que hay constancia del hecho, es que como en la Isla de la Gomera en Canarias tierra igualmente montañosa, los nativos de Fernando Poo se comunicaban por silbos aunque es posible que no tuvieran la perfección del lenguaje logrado en la Gomera, pero seguramente si, los imprescindibles para aviso de peligro en caso de llegada de barcos con la intención de la captura de esclavos o a buscar alimentos, al fin y al cabo todo barco que navegara bordeando la Costa como se hacía en aquellos tiempos no le podía pasar inadvertida la Isla con su majestuoso Pico como vigilante del Golfo de Biafra y la desembocadura del no lejano río Níger y del estuario del Sanaga y el Wouri.

En las mujeres bubis, las costumbres estaban basadas en celebrar matrimonio, a la edad comprendida entre 4 y 18 años, aunque no tuvieran novio, entonces el acto figurativo se efectuaba con algún difunto, y tenían que guardar viudez con lo que su porvenir era el concubinato. Así que las mujeres se esforzaban en cautivar un hombre, que pudiera hacer frente a los gastos del ritual, en el que se incluían bebidas, aceite y otros elementos como la comida entre las dos familias, acto en el que se entregaba por parte de la familia de la novia, agua “bendita” y un fruto amargo signo de la fecundidad. Al novio se le adornaba con un sombrero para protegerlo de la insolación y en el que se depositaban más tarde algunos regalos. A la novia le regalaban mucha leña para calentar y cocinar su hogar. El novio ponía la casa y la responsabilidad de mantenerla.

La infidelidad era duramente castigada y podía llegar a responsabilizarse a la familia de la novia.

El bubi se refugia en la tranquilidad de sus poblados como huyendo del ataque masificado del extranjero, y en un territorio creo que casi único en el mundo, que la población inmigrante, casi triplica a la autóctona. Para ello han opuesto barreras invisibles y en sus poblados la población es casi ciento por cien autóctona, con sus costumbres, hábitos y lengua. Encontrarse en un mundo tan dinámico, tan moderno y llegar a un poblado en las tierras altas, Balachá o similares parece que se ha parado la máquina del tiempo. Se tropieza uno con unas cabañas primitivas, alguna casa de ladrillo pero pocas, donde parece que no hay vida y el único signo de ella, es el canto de un gallo o el cacarear de alguna gallina que tras esas nipas y cañas ha espantado una mujer que está recogiendo ñames o verduras en la huerta cercana a la vivienda, donde el marido duerme su plácida siesta.

Muchas veces he pensado que el pueblo bubi ha sido marginado, y su carácter y las circunstancias no le han ayudado, prueba de ello es que los blancos que hemos vivido tantos años en la Isla la mayoría no conocemos ni una palabra en el idioma bubi, en cambio en la parte Continental, casi todos los blancos hablan o chapurrean la lengua fang, ndowe o alguno de sus dialectos, la razón de ello está en que en la Isla no era normal que el bubi hicieran trabajos de servicio doméstico, en esa función lo reemplazaba el nigeriano, por eso todos hablábamos el pichinglis, en cambio en el Continente la llegada del nigeriano no ha sido tan masiva y el servicio doméstico estaba en manos de nativos por lo cual el europeo le ha sido fácil asimilar palabras de sus lenguas- El sexo ha sido algo también muy básico. La mujer bubi no se ha mezclado tanto con los blancos, aparte de que la corisqueña o la fang en general tiene fama de mejor amante en un cuerpo magnífico, la convivencia con esas mujeres que cocinaban, y llevaban la administración del hogar , obligaba como mínimo a conocer lo esencial de su lenguaje , podríamos añadir que en la cama se aprende cómodamente cualquier idioma.



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