jueves, 22 de noviembre de 2012

MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS- 5






                                         MISCELANEAS DE OTROS TIEMPOS- 5





                                          CAMINO DE SAN CARLOS 12.-11-1904


Con mucha satisfacción hemos visto colocado sobre el río Sampaka un magnífico puente de hierro, semejante al del río Bioko que tan buenos servicios presta al público y con este ya son dos puentes de hierro que se registran en el camino de San Carlos cuyas obras siguen en actividad, máxime en el Monte de Piedra, poco antes de Timbabé. Dicho trozo que era el peor de toda la trocha hasta ahora abierta de un año a esta parte, quedando completamente modificado y perfeccionado siendo a nuestro juicio, el mejor camino de la Isla.


                                         NUEVO INCENDIO


El 4 de los corrientes de 3 a 4 de la mañana otra vez las campanas de Santa Isabel tocaron a fuego, era el que ardía en la casa de M. Nikel, calle Sacramento, cuyas llamas iluminaban completamente la Plaza de España. Gracias al cordón de soldados que rodearon la casa y los machetes a cuyos golpes se procuró derrumbarla, no se propagó el fuego a las vecinas. De haber reinado el viento de la noche anterior, mala suerte hubiese cabido a alguna importante factoría de la citada calle, más concurriendo la falta de agua en la ciudad.



                        UN ANTROPÓFAGO EN NUESTRA GUINEA - 28.02.1905


Aterrados tiene a los uvunis (Bata) un sanguinario tigre que no gusta, al parecer, más que sangre humana. Tales son los casos que se refieren a dicho félido, que es espanto de todos. No vale que le pongan cabras envenenadas, pues no se quiere cebar más que en carne de hombre, y son muchos los que van desapareciendo. El cruel homicida hace sus correrías desde la punta de Uvumi hasta Ivungo. Un botón de muestra: Un día una mujer con un jovencito tomaba en la playa la brisa el mar, al caer la tarde, cuando se presentó la temida fiera y la despedazó. He aquí como el niño sobreviviente cuenta lo ocurrido. Estábamos sentados en la playa y al poco rato vi. un poquito así como dos luceros, eran los ojos centelleantes del feroz tigre. ¡Mira! ¡Mira! Grito yo- que cosa hay allá, vámonos. La mujer no hizo caso y yo me metí en una casucha, pronto corrió también la mujer, pero antes de encontrar la casa, la cogió el tigre por el cogote y de un golpe le rompió el pescuezo y la tiró al aire saltando la sangre; yo entonces tiraba por los pies a la mujer desde dentro, pero el tigre me la quitó.

Un niño que jugueteaba por la playa fue arrebatado sin que se haya sabido más de él. ¡Horror! ¿No habrá quien corte los pasos a este azote de la humanidad?. En Fernando Poo, vivimos libres de tan temible adversario, no así los de nuestra costa continental. Iremos informando.

Ya sabrán nuestros lectores que la dicha especie de la familia de las félidas no es propiamente un tigre real ( Felis Tigris L.) sino el tigre de África o leopardo ( Felis Leo pardus), que tal vez se llevan poco en fiereza.




                                            EL DESCUBRIMIENTO DEL CAFÉ


De una importante revista tomamos la siguiente curiosa historia que explica el origen del café. Cuenta la tradición que el café fue descubierto a mediados del siglo XV por un pobre árabe que viajaba por Abisinia. Sintiéndose fatigado y débil, se detuvo a descansar cerca de un bosquecillo, y para cocinar una ración de arroz, cortó las ramas de un árbol que tenía bayas secas. Después de saciar su hambre, notó el árabe que las bayas medio tostadas eran muy fragantes. Recogió algunas de ellas, y tras molerlas con una piedra, percibió que su fragancia era más marcada. Quiso la casualidad que alguna parte de esa substancia se derramara en el agua que llevaba. El agua semicorrompida quedó casi instantáneamente purificada. El árabe la llevó a los labios tomó algunos tragos que le parecieron frescos y sabrosos. Un momento después se sintió más fuerte y en estado de continuar su viaje, pero antes de emprender la marcha, recogió cierta cantidad de bayas para llevarlas consigo. A su llegada a Aden se presentó al Mufti, y le hizo saber lo que le había acontecido, entregándole al mismo las bayas. El sacerdote hacía mucho tiempo que sufría las malas consecuencias del excesivo uso del opio y probó la infusión de las bayas tostadas con un resultado tan favorable en su sistema que le llenó de contento. Agradecido al árbol que le había vigorizado, diole el nombre de Cahua, que en árabe significa fuerza.

Fernando García Gimeno                             Douala




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