domingo, 25 de noviembre de 2012

MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS-6


                                                               

                                 MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS- 6


LAS LLUVIAS DE FEBRERO - SENTENCIA CONTRA EL CULPABLE -2.03.1907.


A cualquiera que lleve algunos años de campaña en esta isla de Fernando Poo habrá llamado la atención el temporal lluvioso y tempestuoso de la primera quincena del mes de febrero. Cosa verdaderamente extraña en esta época de rigurosa seca. Personas que llevan más de veinte años en la Colonia nos han asegurado no haber visto jamás cosa semejante.

Efectivamente, ha sido tal el aguacero en algunos puntos, que los ríos han crecido como en lo más lleno del periodo lluvioso; y el estampido de los truenos eran tan grande y pavoroso que no podía menos que recordar a unos el día tremendo de las venganzas del Señor, y a otros como el supersticioso, la cólera irritada de algún gran morimó de los bubis.

Sabido es que los bubis atribuyen al diablo todos los trastornos de la naturaleza. Para ellos el es el autor de las tempestades, el que promueve las guerras, inspira los incendios, los envenenamientos, injusticias y todas las disensiones de familia, de la miseria y de la misma muerte. Por eso, no temiendo a Dios, ni esperando de él nada absolutamente, solo cuidan de hacerse propicio y benévolo al diablo por medio de extravagantes ceremonias de y sacrificios de ovejas, cabras, gallinas, seres todos dignos por cierto de mejor destino.

Sucede no pocas veces, sobre todo entre viejos, que incomodados por disgustos de familia o disensiones con los vecinos salen a la calle o camino, y teniendo una campana de madera comienzan a dar voces invocando a su diablo a quien piden venganza contra todos sus enemigos. Los bubis, al oír tales invocaciones, se llenan de terror y espanto, temiendo las iras del común enemigo. Al momento, y con la velocidad del rayo, se transmiten las noticias unos a otros, dando cuenta exacta del nombre del fetichero y lugar de sus invocaciones.

¡Ay del pobre viejo! Si por casualidad sobreviene en aquellos días alguna tormenta o contratiempo. Si bien es verdad que en adelante es más admirado y temido por el gran poder de su diablo, con todo, el butuku principal cuyo gran morimó jamás puede ser superado en poderío por el de algún particular, le llama a cuentas y haciéndole serias reconvenciones le impone una multa en castigo y para escarnio de los demás.

Con este motivo fue procesado en Bokoko el día 5 de febrero un pobre viejo, que decían haber hecho pocos días antes las aludidas invocaciones diabólicas.

Más de 500 bubis se habían reunido para celebrar juntos una gran fiesta popular que ellos llaman siome ripelo. La alegría y animación eran indescriptibles, porque indescriptibles eran la comida y la bebida, verdadera causa de buen humor en todos los que no piensan más que en las cosas de por acá abajo. La presencia de más de treinta ollas llenas de carne supliendo a la música instrumental de nuestros países, daba la vida y movimiento al tan celebrado baile bubi en el que todos tomaban parte ebrios de alegría. Todos estaban en descampado, reunidos en extensa llanura, cuando estando en lo más animado de las danzas, he aquí que se presenta el botuku en traje de ceremonia, como si dijéramos vestido de uniforme, e imponiéndose a la muchedumbre bullanguera, manda guardar absoluto silencio.

De repente cesaron danzas y todos sellaron sus labios para escuchar la voz autorizada de aquel mandarín del paganismo. En medio de aquel silencio admirable y no oyéndose otra voz que la del jefe bubi, comienza este a desfogarse contra un pobre hombre, asegurando a las masas que le escuchaban que, efectivamente, son sus diabólicas invocaciones, de aquel hombre, la causa de la lluvia, vientos y truenos de aquellos días, siendo así impedimento para los preparativos de aquella gran fiesta, lo mismo que para los trabajos de fincas, propios de la época.

En vista de ello, y viendo que el reo nada respondía a los cargos que le hacia, le condenó a pagar la fiesta del día y a entregar lo antes posible, cinco cabras, multa que el bubi, fiel guardador de sus leyes, no dejará de satisfacer exactamente sin regateos.

Tan pronto como aquel déspota terminó su perorata, todos los presentes por unanimidad absoluta aprobaron la sentencia y se entregaron de nuevo al jaleo y a la danza para no terminar hasta el día siguiente.



                                        NUEVAS AGUAS MINERALES - 28.2.1907



El nuevo superior de la Misión de Musola, R.P. Isidro Abad, puede quedar muy satisfecho con el descubrimiento que acaba de hacer de un nuevo manantial de aguas minerales en las cercanías de Musola.

Era el día 31 del pasado enero y el padre Abad salía como de costumbre a girar visita a los indígenas ocupados en las faenas agrarias de sus finquitas de cacao. En este día le dio la ocurrencia de internarse por entre las malezas y espesuras de la selva, toda vez que la configuración del terreno y clase de vegetación le hacían sospechar la existencia en aquellos parajes de algún manantial semejante a los de Mioko y Oloiitia.

Y así fue, que no salieron frustradas sus esperanzas, pues a pocos metros del camino de Musola, se encontró con nos hervideros de aguas tan ricas t excelentes en buenas cualidades que quizás superan a las renombradas de Mioko, Oloitia y Balachalachá. ¡Loado sea Dios! Exclama en estos momentos el misionero y es tan grande el gozo que inunda su pecho que no puede menos de alzar las manos al cielo y entonar un himno al Creador que tantas riquezas y maravillas dejó escondidas en los senos de nuestro globo.

A losa pocos días de tan feliz descubrimiento llegó a la Misión de Musola el célebre naturalista y simpático caballero Don Enrique D´Almonte, quien, en virtud de la misión que lleva del Gobierno, no quiso despedirse de los misioneros sin antes presenciar por el mismo las recién descubiertas aguas minerales. En efecto, acompañado del padre Abad y de algunos braceros de la Misión, fue a visitarlas y con gran placer y satisfacción suya bebió un vaso en el mismo manantial, pasando acto continuo a tomar nota de la configuración del terreno, situación de las fuentes, y, sobre todo, de las propiedades del agua que la encontró de condiciones altamente estomacales.

Al día siguiente y después de cariñosas despedida de los misioneros, don Enrique bajó a esta bahía de San Carlos, yendo a hospedarse en la hacienda Barcelonesa de los señores Rius y Torres. Por dos veces tuvo la amabilidad de visitarnos, entreteniéndonos agradablemente con su amena conversación. Era sumamente placentero oír contar de tan autorizados labios las impresiones de viaje a las alturas de Moka y demás puntos del interior de la isla por él visitados.

Por momentos anhelábamos nos dijera su dictamen sobre las nuevas aguas minerales, cuando he aquí que sacando del bolsillo su cartera de viaje nos lee la siguiente nota: Las nuevas aguas minerales han sido descubiertas a 2 kilómetros más abajo de Musola a 150 metros al norte del camino del poblado y a unos 370 metros sobre el nivel del mar. Aunque precisa un análisis perfecto de las mismas, con todo, puede asegurarse que son frías, gaseosas, bicarbonatadas, alcalinas, menos gaseosas y más minerales que las de Mioko.

Al llegar aquí, no podemos menos de hacer pública nuestra más sincera gratitud a don Enrique por su amabilidad para con los misioneros, ya que él también, como me lo encargó publicar no encuentra frases con que encarecer la buena acogida que le han dispensado en todas las Misiones, mayormente en Concepción, cuyo superior el R.P. Feliciano Pérez, deseoso de contribuir algo a la misión patriótica del tan ilustre señor, no vaciló un momento en acompañarle en sus excursiones haciendo de guía y de intérprete con los bubis de Moka y ayudantes braceros de la expedición.

Que todo ceda a mayor gloria de Dios, provecho de la Patria y engrandecimiento de la Colonia.


Firma el padre León García - C-M-F.


                                                  MI COMENTARIO


No he querido cambiar el texto y en él se ve claramente estar escrito por un misionero, que es el padre claretiano León García.

No que es una pena es que salvo la época en que los misioneros intentaban comercializar las aguas de Mioko, llevándolas en burro hasta Concepción donde las embarcaban con rumbo a Santa Isabel en lancha, nunca más se han aprovechado de esas aguas minerales para la isla de Fernando Poo e incluso enviarlas a su venta a la parte Continental. Estoy seguro de que se traen aguas minerales de España y otros países, cuando se tienen en casa.


Fernando García Gimeno

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