El frío y viento anuncian el duro invierno,
mi cabello blanco anuncia mi
infierno,
reuma, artrosis, gripe y sus hermanas,
me anuncian su incremento por
las mañanas.
¿Como puede combatir uno,
todas estas virtudes,
que cual nieve acumulada arrastra
como aludes?
pues pensando en los mejores
años de la vida,
cuando disfrutaba del calor
en mi isla querida.
Allí en lo que es ahora
Guinea Ecuatorial,
donde se vivía, con poco
dinero, fenomenal,
rodeado de arañas,
mosquitos y ratas,
que compartían conmigo mis
largas patas.
Dicen que hacia calor y mucha humedad,
yo no me enteré, esa es la
verdad,
comentan que existían odios
entre colores,
yo siempre tuve de los dos
colores, amores.
Los nativos arrendaban sus
fincas a los blancos,
en sus huertas trabajaban
otros tantos,
algunos en oficios y oficinas tenían trabajo,
en las fincas los nigerianos
al destajo.
En los colegios e Instituto
Colonial,
la mezcla de raza era normal,
en el cine nos separaba una
pequeña barrera,
y el precio más barato para
ellos era.
En mi niñez hasta los treinta y tres años,
he jugado a futbol y
baloncesto con ellos,
nunca he tenido el menor roce
ni pelea,
todo ha sido paz y espero que
se me crea.
Todo lo que cuentan algunos
personajes,
son los que en video han
visto esos parajes,
la mentira es muy contagiosa,
y se lo digo en verso, no en
prosa.
Por cierto se me olvidaba el detalle,
nunca
he visto en plaza o calle,
a
nadie limosna pidiendo,
los frutos en remolino de viento,
caían maduros y sabrosos,
y ahí quedaban perezosos,
sin que nadie los recogiera
era una país feliz, otra era.
Fernando el Africano
Barcelona a 20 de Noviembre 2010
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