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NOTAS SOBRE LA TRATA DE ESCLAVOS
Hojeando mis libros, vuelvo a repasar uno titulado
Reivindicaciones de España, escrito por José María de Areilza, Consejero
Nacional y Fernando María de Castiella catedrático de Derecho Internacional, y
que luego sería Ministro de Asuntos Exteriores. La fecha del libro editado por
el Instituto de Estudios Políticos es 1941.
Así que encontrando datos sobre este tema tan nefasto, copio
estos datos y sus pensamientos.
Desconozco la razón de llamarle Trata de Esclavos, a este
repugnante tráfico de esclavos, aunque hasta entre los mismos africanos, tenían
a veces justificación. El explorador Richard Burton que fue cónsul de
Inglaterra en Fernando Poo, cuenta una entrevista con el rey Gelele de Benin, y
al preguntarle la razón de que vendiera esclavos a los traficantes, le
respondió de la siguiente forma:
Yo lucho con mis vecinos, y en defensa de mis súbditos y
como defensa de nuestras vidas, capturamos prisioneros, a veces en número
importante. No puedo alimentar a tanta gente, independiente que es un peligro y un esfuerzo enorme el
custodiar a 300 o 500 prisioneros. Solo conozco tres soluciones, que son
matarlos, comérmelos, o venderlos. Creo que la mejor solución para ellos es
venderlos, de esa forma siguen teniendo la esperanza de fugarse o sobrevivir.
Burton ante tales argumentos reconoció, que por lo menos actuaba con lógica.
La Trata a finales del siglo XVII y inicios del XVIII,
estaba en pleno apogeo, dado que la nueva agricultura de América se estaba consolidando y para ello precisaba
cada día más mano de obra, para el algodón, tabaco, caña de azúcar etc. Los indios
no solo se negaban a trabajar como esclavos con los europeos establecidos, sino
que luchaban contra ellos por no aceptar ser sometidos y esclavizados.
Arribaban al Nuevo Mundo, navíos llenos de esclavos,
Inglaterra, Francia, Holanda y Portugal eran los países que casi como un
monopolio comerciaban con esclavos.
España en sus numerosas colonias americanas le urgía entrar en aquel
comercio, en principio el 12 de julio de 1696, firmó un tratado con la Compañía
Real de Guinea, de Portugal, para el suministro de esclavos, y aunque cifró una
cantidad, esta siempre se sobrepasaba con el clandestino. Antes ya había
firmado contratos con Francia para la adquisición de 49.000 negros y con
Inglaterra una cantidad cercana a 20.000. España necesitaba una posesión que le
sirviera de almacén de esclavos en la costa africana, para comprar braceros a
los jefes indígenas que vendían a sus prisioneros y hacían redadas sobre tribus
cercanas o en algunos casos en su propia gente.
Como el comprar a otros mercaderes, ese sistema era oneroso,
y deseaba su emancipación en la provisión de mano de obra, movió al conde de Floridablanca,
artífice del Tratado del Pardo, a solicitar de Portugal, que le cediera sus
posesiones africanas en el Golfo de Biafra, en compensación a cederle la
Colonia de Sacramento en América.
Según el Tratado de Aquisgrán el privilegio de asiento y navío
de permiso, estaba concedido a Inglaterra. El 5 de octubre de 1750, bajo
Fernando VI, se firmaba en Madrid el acuerdo con el Reino Unido en virtud del
cual nos librábamos de tan pesada hipoteca a cambio de pagar una fuerte suma y
a sugerencias de Ensenada, adquirir el antiguo derecho para la Trata de la que había
gozado La Compañía de Corisco.
Con el Tratado del Pardo, se le adjudicaba a España la
soberanía sobre las islas de Fernando Poo, Annobón, Corisco y los Elobeyes y de la costa africana en la extensión
comprendida entre las bocas del Niger y la desembocadura del Ogoué, es decir
cabo López.
Eso alborotó algo a los negreros, pero el 16 de mayo de 1778
se encargó a los ministros de España en Inglaterra y Francia que comunicaran a
los gobiernos de esos países que si bien el tratado servía a España para abastecerse de brazos
para América, las necesidades eran tantas, que seguirían adquiriendo una buena
cantidad a los proveedores habituales.
Todos los traficantes de esclavos, establecían un depósito
para ir acumulando sus compras, hasta que tenían el número suficiente o
conseguían el transporte adecuado. Los sitios adecuados, eran islas cuya
defensa era fácil, (Gore, Zanzíbar, Corisco,) y donde se cargaban los negros y
los víveres necesarios para el viaje. La experiencia les había enseñado que de
no ser así, los mismos reyezuelos que
les vendía la mano de obra, luego se la robaba.
Esto funcionó hasta que el 8 de febrero de 1815, a raíz
del Congreso de Viena, se promulgó la
declaración colectiva de Austria, España, Francia, Inglaterra, Portugal, Prusia
y Suecia contra la trata de esclavos. El 27 de septiembre de 1817, diciembre de
1822 y junio de 1835 se firman nuevos acuerdos bilaterales entre Gran Bretaña y
España, relativos al mismo asunto.
Me temo que esos acuerdos estaban promovidos por Inglaterra
que ya no precisaba de nuevos remanentes de esclavos en sus colonias y en
cambio ese comercio había abierto la puerta al comercio en el Atlántico que
hasta entonces controlaba, lo que perjudicaba su floreciente industria
comercial y el dominio marítimo que impulsó su comercio. .
Se estableció un Tribunal para la Represión de la Esclavitud
en la colonia inglesa de Freetown, y los barcos ingleses vigilaban las costas
atlánticas africanas, capturaban y hasta hundían los barcos de traficantes de
esclavos, es más con esa excusa, a veces cuando capturaban barcos sin que
llevaran negros, si en su registro verificaban que el contenido en agua y
comida era muy superior al normal, daban por detenido el barco alegando que
iban a buscar esclavos.
Como se sabe alegando motivos de salud, ya que en Freetown
el personal europeo fallecía a los pocos meses de su llegada, fundaron la ciudad de Clarence en territorio
español de la actual Malabo, desembarcando en la bahía de Venus el 27 de
octubre de 1827. En ella establecieron el Tribunal de la Represión con los funcionarios
que trajeron de Freetown. Al abandonar la Isla el gobernador Nicolls en abril
de 1835, queda otra vez a isla bajo el dominio español representado por el
inglés John Beecroft (No había ningún español en la isla).
Pese a que España tras el Congreso de Viena había cerrado su
depósito en la isla de Corisco, los ingleses mandaron al bergantín Wolverene ,
bajo el mando del comandante William Tucker, que destruyó en 1840, las
factorías comerciales que tenían dos españoles en aquella zona, con la excusa de que seguían dedicándose a la
Trata. Prueba de que no era así es que se
llevaron preso a Londres, al comerciante Miguel Pons, y posteriormente
en el juicio probatorio, lo tuvieron que dejar libre al demostrar que las
acusaciones eran falsas. (Ver en la
página 9 de este blog dos artículos sobre el tema).
Aunque los españoles empezaron tarde en este repugnante
negocio, hubo algunos que sobresalieron, tal es el caso del más conocido
traficante de esclavos el malagueño Pedro Blanco, (ver entradas página 9) cuyas
factorías en Sierra Leona (Gallinas) fueron igualmente destruidas por los
ingleses en 1840. Blanco que llegó a tener negocios en Londres, Liverpool, Habana.
Madrid, Cádiz, etc. , tuvo como clientes al famoso pirata Drake, cuando ya
funcionaba como empresa Drake y Cia.
Fernando García
Barcelona a 13 de abril de 2014
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