CÁDIZ, PUNTO DE PARTIDA…
Siglo XIX…MISIONES…? Mil preguntas….El Padre Xifré es un Santo Varón, imagen viva del Buen Pastor que durante 40 años fue Superior General de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María… Los Claretianos llevan un año en las Misiones de Guinea (Fernando Poo).
El Padre Xifré, en la última visita que realiza a estas Misiones, comprende que para los Misioneros es muy difícil llegar a la Educación Integral de la mujer guineana y se compromete a llevar hasta allá Religiosas que puedan llevar a cabo esta MISIÓN.
¡Pobre Padre! Su propuesta no tiene respuesta…De todos los Institutos Religiosos que visita recibe la misma negativa…La necesidad es urgente…¿Qué será de los pueblos si no se educa a la mujer? Se pregunta…pero…Por fin llama de nuevo a las puertas de las Religiosas de la Purísima Concepción. La Superiora General Madre Valentina Vigo le expone las dificultades y temores para ir a esa MISIÓN…..
La Madre Valentina pasa la noche en ORACIÓN…Fueron desfilando ante ella aquellas niñas de Guinea…unas con aire abatido y suplicante…otras con la mirada perdida en el infinito, esperando un SI que las sacara de aquella situación…
Profundamente impresionada, a la mañana siguiente cuando llega la Comunidad para hacer las Oraciones, se percatan de que algo ha sucedido entre Dios y ella. Lo cierto es que se levanta de la Oración fuerte y decidida a enviar las Religiosas que le pedía el Rvdmo. Padre Xifré.
Al comunicar a las Comunidades tal resolución, todas acudieron a “alistarse” en las filas de MISIONERAS, lo mismo las jóvenes que las mayores.
Cinco fueron las elegidas: Madre Mª Jesús Güel que fue la primera Superiora.
Madre Mº de los Ángeles Perera
Sor Constanza Selva
Sor Alejandra Sibila
Sor Beatriz Monrós
Momento decisivo…No hay tiempo que perder…En el puerto de Barcelona está el Correo “PANAMÁ” pronto a levantar anclas con rumbo a la capital Gaditana.
Sobre cubierta esperan el momento, siempre emocionante, de dar el último adiós a los seres queridos, nuestras cinco valientes Hermanas y dieciocho Misioneros que parten para el mismo fin.
Llegados a Cádiz, se enteran de que la Corbeta de guerra “FERROLANA” con la cual han de proseguir el viaje, se hallaba en tan mal estado que fue preciso mandarla al Arsenal de La Carraca para ponerla en condiciones de emprender tan larga travesía.
Como ignoraban el día de la salida, se dirigieron allá sin demora.
¡¡¡EN MARCHA!!!
Se acomodan en sendas lanchas y así llegan a La Carraca.
Proseguimos la narración de la Madre Mª Ángeles Perera:
Llegamos a La Carraca, donde aguardaba la salida de la “FERROLANA” el Sr Gobernador de Fernando Poo, Don José Montes de Oca. Al vernos, dicho Señor, fijándose en nuestro hábito nos dijo: - “Imposible poder vivir en aquel clima, así como van. Si no cambian de vestido, ya pueden volverse a su comunidad”
Le contestamos que íbamos autorizadas para modificar lo que creyéramos conveniente. Respuesta que dejó satisfecho al Señor Gobernador el cuál, después de ofrecernos su apoyo y alabar nuestro valor, para tan arriesgada empresa, nos animó a proseguís el viaje, mostrándose muy complacido de poder efectuarlo en nuestra compañía.
Como la “FERROLANA” no estaba dispuesta para el embarque, el Capitán, Don Antonio Moreno, de acuerdo con el Sr. Montes de Oca, nos condujo a un pequeño Cuartel que desalojaron los soldados en pocos momentos.
Los Misioneros se acomodaron en la planta baja, nosotras en el primer piso.
Para cada una, trajeron cama, colchón, almohada y una manta de lana…
Eran las cinco de la tarde y como no habíamos tomado más que un ligero desayuno en el Correo “PANAMÁ”, nuestros estómagos estaban como cañón de órgano. Por fin aparecen los camareros que nos hablan de servir comida pero…¿dónde está la mesa?...¡Idea feliz! Con gran destreza, desquician una puerta y queda convertida en el mueble deseado.
Por falta de sillas nos vimos precisadas a instalarnos en la escalera.
¡Qué impresiones las de aquel día! No obstante, nos sentíamos felices pareciéndonos entender algo de aquella frase de Sta. Teresa: “Quién a Dios tiene, nada le falta”.
Escribe M. María Güel: “De buena mañana nos vamos a la Iglesia del Pueblo, (LA Carraca) donde oímos las Misas de cinco en cinco. Por la tarde volvemos a ella para visitar el Santísimo y rezar el Rosario juntamente con los Padres.
El pueblo es bonito, tiene unas cien casas, parecen recién construidas. La Iglesia es hermosa y las calles muy limpias.
Hoy hace ocho días que nos despedimos de ustedes y ya nos parece un año.
Por fin, esta tarde, día 31, nos pasaremos, Dios mediante, a nuestra casa del mar, la simpática “FERROLANA”, la cual por ser Corbeta de guerra, no estaba en condiciones para pasajeros. Creo que en estos días han modificado alguna cosa. Veremos que sorpresas nos aguardan.
Ya les escribiremos nuestras impresiones.
¡PACIENCIA!
DÍA 3 de Noviembre, Lunes.- Creerán ustedes que ya estamos camino de Canarias y no es así. Aquí todo se hace con santa calma…
El viernes nos pasamos a la “FERROLANA” y voy a describirles nuestro aposento : Una gran sala, de largo, lo que necesitan cuatro camas y en el fondo otra al través; en el lado opuesto, un lavabo y una mesa redonda para comer. Enfrente de la puerta de entrada está la Capilla.
Por la noche, los incesantes gritos de los tres Centinelas, que se suceden sin parar, interrumpen nuestro sueño…
Noviembre, día 6.- Por fin se ha meneado nuestro pobre velero: no parecía que el ancla había echado raíces pues les costó diez horas para levantarla.
Hoy a las tres de la madrugada nos dirigimos a Cádiz donde hemos comprado sábanas, fundas, toallas y servilletas ya que la provisión que llevamos de ello, está en la bodega.
El viento es favorable: hinchadas las velas somos impelidos hacia Santa Cruz de Tenerife, a donde esperamos llegar en pocos días.
Noviembre día 9.- Ya hemos perdido de vista nuestra Patria…No se divisa ni una pulgada de tierra…¡Que imponente es el mar! ¡Qué inmenso el Cielo! ¡Qué grande y que Poderoso es Dios!.
Noviembre, día 13. – Nos ha costado siete días y algo más, llegar a Tenerife. ¡Y eso que el viento era favorable! Balanceándonos a lo beodo y gracias que, según dicen, pocas veces está tan seguro el mar. Por lo visto, de no ser así, a estas horas estaríamos en el buche de algún tiburón.
Entre tantas molestias y privaciones no hay otro remedio que la PACIENCIA. Recen mucho para que no enfermemos durante el viaje.
Noviembre, día 16. – Estancia en Tenerife. No todo han de ser privaciones. Aquí, en el Santo Hospital de Tenerife, estamos delicadamente atendidas por las Hermanas de San Vicente de Paul. Nos tratan como si perteneciéramos a su Congregación.
Agradecidísimas a tan buenas Hermanas no nos cansamos de repetirles: “Que Dios se lo pague”
Noviembre, día 20. – Ayer volvimos a bordo, después de pasar seis días con nuestras bienhechoras las Hermanas Paulas, las cuales hicieron todo lo que pudieron para retenernos con ellas hasta el día de salida del puerto pero no creímos prudente abusar de tanta generosidad para con nosotras.
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