viernes, 18 de marzo de 2016

EL BALONCESTO EN GUINEA- 1ª PARTE













La historia del baloncesto en Guinea Ecuatorial


En el año 1955, fui a ver al cine Jardín una película que se llamaba Campeones de Ébano, era la historia de los Globers Troters, en la que su pivot Tatum, efectuaba maravillas hasta con su sombrero. Nunca había visto yo jugar a baloncesto, ni tan siquiera me constaba su existencia, pero me impresionó tanto que decidí practicar aquel juego, en un país que entonces no había ni pista, ni balones.

Mi primer trabajo fue conseguir la dirección de la Federación Española, y no recuerdo como la conseguí pero recuerdo que su presidente se llamaba Pons de apellido. Así que le envié un escrito supongo que convincente explicando que deseaba organizar el baloncesto en aquellas tierras y para ello mi primera necesidad era conocer su reglamento y sus tácticas, así como ver la forma de entrenar a un equipo.

Tuvo la santa paciencia de enviarme el reglamento, las dimensiones y normas del campo y canastas. Volví a escribirle manifestándole que como me trasladaba en pocos meses a Barcelona de vacaciones, si podía ver como entrenaba algún equipo en esta ciudad. Me contestó enviándome una carta de presentación para el Club de Futbol Barcelona (Del que yo ya era socio) y la inscripción de entrenador nacional que entonces se podía efectuar por correspondencia. Hice algunos meses los ejercicios para la titulación, pero me absorbió el ingente trabajo de organizar el baloncesto en la Isla.

En mis vacaciones de 1956, visité al Barsa, me facilitaron asistir a los entrenamientos de su equipo de baloncesto y efectuarle algunas preguntas a su entrenador, que entonces era extranjero. Algo aprendí de lo que no sabía nada.

Al regresar a Santa Isabel, visité al delegado de deportes de Fernando Poo, Quintana,un canario muy simpático que era el jefe del negociado de Industria en la Isla, le pareció bien la idea y me dio carta blanca no solo para el baloncesto, sino también para el atletismo, según consta en un carnet de la Delegación Colonial de Deportes, por el nombramiento 3.362, se me nombra Delegado de Deportes y como me parecía muy fuerte tener dos cargos, hice que nombraran delegado de atletismo a mi hermano Salvador, del que igualmente conservo el nombramiento.

El siguiente paso fue convencer a mi amigo Ruperto González, constructor para que me hiciera una pista de baloncesto en el estadio de Santa Isabel, así mismo Quintana se encargó de hacer con las medidas aconsejadas tres pistas en los Colegios de internas de las monjas Concepcionistas, Santa Teresita, Basilé y Orfanato.

Con unos amigos y con la pintura que conseguí, pintamos las pistas y las áreas de juego. Así mismo logré de Talleres Rodymar que me fabricaran cuatro juegos de canastas. La verdad es que no recuerdo si las regalaron o la delegación de deportes pagó algo.

Los extraños a aquellos territorios, no comprenderán esa forma tan fácil de conseguir las cosas, pero era así, siempre había gente dispuesta a ayudar, por eso tuvieron tanto éxito económico, los festivales para recaudar fondos en los desastres de Ribadelago o las inundaciones del Vallés en Cataluña y
otros desastres similares.

Mi idea que puse en práctica era organizar una liga femenina y una masculina. La femenina era fácil al tener tres colegios de internas, ya que aunque recibí el encargo del Gobierno de buscar un equipo femenino de las externas no fue posible por lo difícil de lograr que acudieran a los entrenamientos de una forma razonable, venían cuando querían y con, lo que diríamos ahora, mucha marcha.

No se como pude con tanta actividad, ya que hasta las notificaciones a la Policía de los partidos, lo tenía que comunicar yo, para que mandaran algún agente por si acaso, y además en aquellos tiempos, todo acto que hubiera una pequeña aglomeración humana, era casi delito no comunicarlo.

Para los equipos masculinos, lo primero que hice fue ir a la Escuela Superior de Indígenas, y pedí voluntarios, se apuntaron muchos, así que los cité en el Estadio, y escogí a los 20 que consideré tenían más capacidad, algunos de estos se pasaron enseguida al Atletismo con mi hermano, recuerdo a Martin Endje y Saturnino Ibongo como más significativos, otros como Gabino Molongua, fueron cruciales para progresar en el baloncesto.


Una vez por semana iba a los tres colegios femeninos a entrenar a los futuros equipos. A los cuatro equipos masculinos que hice tuve la suerte de encontrar personas que habían jugado en la Península a baloncesto, como Julio Amorós, Blasco, Manuel Varona, Edmundo Collins, Fernando Sanz, Joaquín Colomer, Peña, los hermanos Eduardo y Rafael Moreno y otros que no recuerdo. 

Seguirá....

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