lunes, 20 de julio de 2020

UN SALVAJE VUELVE A LA JUNGLA DEL ASFALTO 8º Capítulo



UN SALVAJE VUELVE A LA JUNGLA DEL ASFALTO. 8º Capítulo

El tiempo transcurría tranquilo, los pedidos como las hojas de los árboles en otoño, iban cayendo, se podría decir que  estaba a punto de llegar al límite de mi independencia económica, eso si sin alquiler de vivienda, ni familia  ni nada de esas menudencias que la gente dice precisa para vivir.

En la Empresa empezaron a entrar nuevos vendedores, así que me tocaba entrenarlos, cada semana salía con uno para explicarle como atravesar una puerta de entrada sin romperse los morros al chocar con ella. Así que una empresa que llevaba diecisiete años con los mismos 3 personajes de su fundación, y llegar yo, y al cabo de un año habíamos triplicado la nómina. Se ve que levanto un gusanillo en las epresas para que manden Cirineos a la calle.

Un cliente de Hospitalet que indicó que su vecino que fabricaba maquinaria para artes gráficas, tenía interés en poner en la máquina algún artilugio que prefijara el número de ejemplares que debía hacer y al llegar a la cantidad prefijada le parara la máquina. Así convencido de que podía venderle muchos contadores me llevé al "aprendiz" a visitarlo para hacerle una demostración palpable de mi capacidad  como líder de ventas, en fin para presumir, ya que casi tenía asegurado el éxito.  En la puerta había un letrero que ponía: SOLO SE RECIBE EL PRIMER MARTES DE CADA MES, DE OCHO A NUEVE DE LA MAÑANA. La verdad es que el cartelito estaba hecho con mala leche, ya que si venías de Barcelona y te atrasabas no te recibían. Como ya conocía el cartel que había señalado en la ficha previa que hice al cliente, llamé a la puerta con seguridad y aplomo., me abrió una señorita que al decirle yo, buenos días, su respuesta no fue saludarme sino preguntarme que deseaba.

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