RETROSPECTIVAS DE LA GUINEA CONTINENTAL- VII
Medicina de caza:
Cogen ciertas hierbas y cortezas de árbol, las colocan en una olla con agua y hacen un cocimiento. Verificado este ponen la olla en medio del corro que forman todos los que van a ir de caza, y con una fe y confianza digna de mejor causa, toman todos del brebaje singular. Abocan las escopetas a la olla y las bañan con lo restante del cocimiento, y a continuación, lleva uno, una cáscara de caracol de bosque con el citado menjunje y la ponen encima de un fuego voraz. Si la cáscara se rompe estando al fuego es indicio seguro de que la expedición va a tener un resultado feliz. Y al contrario, si se queda entera.
En caso de buen augurio, muy de mañana, toman gozosos sus escopetas y ligeros y animados se meten en el bosque en busca de la codiciada presa.
Medicina de finca o plantación:
Escogido el terreno de su agrado, según la clase de cultivo a que desean destinarlo, va el dueño en busca de una de esas figuras caprichosas, en forma de hongo, que fabrican de tierra la hormiga blanca o comején, y cogiendo, además media docena de planchas de nipa de las que suelen cubrir los tejados de sus casas, forman un diminuto adoratorio y colocan la figura trabajada por el comején, dentro del improvisado templo. Con este sencillo medio lograrán que el terreno escogido, dé abundantes y selectas cosechas. Pero esa bendición de su fetiche puede ser destruida por un maleficio de algún enemigo o robados los preciosos frutos por alguien a quién le guste coger lo ajeno. ¿Como defenderán sus intereses? Hacen otro pequeño oratorio en donde colocan la medicina protectora de los frutos, y con eso solo tienen la seguridad de que la finca quedará intacta.
Medicina de epidemias:
El remedio preservativo lo tienen siempre a la mano, nunca desconfían de su virtud preservativa a pesar de los mil y un desengaños en que varias ocasiones hayan padecido. Se van al bosque y bien con la corteza de cierto árbol, bien con un trocito de un arbusto especial, se arreglan su fetiche defensor, y quién se lo ata al cuello, quién a la frente, quién en otra parte cualquiera, Poseedores del preservativo eficaz, los veréis juguetones y campantes como si nada hubiera que temer.
N.G. C. M. F 10 abril 1911
Mi comentario:
Es posible que aquellos años en que sus bosques estaban inundados de fieros animales, como elefantes, leopardos, gorilas y otras especies, tuvieran necesidad de animarse en colectividad para penetrar en esos densos bosques continentales, así mismo es muy pausible que todo ese ritual fuera enardecido con algún licor procedente de la destilación de la palmera. Como existía en Europa que antes de ir al campo se tomaban su buen aguardiente y así se luchaba mejor contra el frío y la fatiga del trabajo.
Por otra parte, siempre esos pueblos han tenido temor a cualquier signo visible que pudiera representar hechicería o peligro. Eso me recuerda que con nueve años, cuando llegué a Guinea en 1942, me llamó mucho la atención un hermoso y soberbio mango que había en el jardín de mi abuela en Santa Isabel, ) Mi abuela llevaba ya muchos años en aquellas tierras) y le pregunté a mis primos el motivo de que en sus ramas colgaran trapos rojos y latas vacías, y me respondieron que mi abuela Polonia para que no le robaran sus mangos protegía el árbol con sus yuyus, o por lo menos, eso era lo que pensaban los nativos.
Fernando el Africano – Algete 28 de octubre de 2011
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