GUINEA Y SU ENTORNO, EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Siempre he deseado saber que pasó en ese periodo en la que era la colonia Española de Guinea, y la influencia de los miles de alemanes que entraron en la Guinea Continental huyendo de las tropas francesas e inglesas que invadieron el Kamerun entonces alemán, así como los miles de tribus fullah que acompañaron a los alemanes en su huida. Como se sabe gran cantidad de ellos fueron posteriormente repatriados a la isla de Fernando Póo, de ahí viene el conocido barrio Yaunde, y las tropas alemanas montaron campamentos militares en la isla, con su hospital correspondiente, pero eso sí, sin armamento. .
El relato no tendrá la continuidad de un libro o novela, más bien serán retazos con la única conexión del tiempo y del lugar.
CAPÍTULO I
(La Guinea Española 10-10-1914, firmado por el padre E. Doce)
La colonia de Nuevo Kamerun bombardeada y tomada por los franceses
El día 21 de septiembre a las tres de la madrugada entró en la bahía de Corisco con luces apagadas el cañonero francés “Surprisse” procedente de Libreville. Al amanecer penetró en el río Muni donde sorprendió a los alemanes de Ukoko Beach, estos que no esperaban ser por entonces atacados seguían disfrutando de las delicias del sueño.
El primero en despertarse al oirá las detonaciones de las bombas, fue el subgobernador quién, con el sobresalto que se deja suponer, disparó cinco tiros de revólver, para anunciar al elemento blanco e indígena que el enemigo se les echaba encima. El cañonero seguía vomitando fuego por la boca de sus cañones, causando las bombas explosivas destrozos a la vez que protegían a las fuerzas de desembarco, las cuales no habían sido vistas por el enemigo. Fueron tales las dificultades que tuvieron que superar al saltar a tierra, que según confesión del comandante de las tropas francesas, Mr. Miguelard, no habría quedado un francés vivo de los 80 que desembarcaron, si los contrarios hubieran estado sobre aviso. Por un largo espacio de tiempo tuvieron que hacer esfuerzos para salir de un pantano, donde el lodo les llegaba hasta la cintura, pocos hombres apostados en aquel lugar hubieran dado cuenta uno a uno de toda la columna.
En el primer asalto una de las ametralladoras que tenían los alemanes, obligaron al cañonero a salir del río, donde no estaban seguras las vidas de los marineros. Un oficial, más dos soldados, que de una de las torres tiraban bombas explosivas fueron muertos por disparos de la ametralladora de tierra.
La bonita lancha que para su servicio tenía el subgobierno, al intentar pasar a la playa del Hospital, para vigilar Las embarcaciones enemigas que de una parte del Gabón podían venir, fue cañoneada e hundida, los maquinistas pudieron salvarse a nado, aunque al día siguiente cayeron prisioneros. Días después, materialmente acribillada apareció embarrancada en las playas, llevada seguramente por las mareas. Hemos oído que los franceses tratan de ponerla a flote.
El fuego se reanudó a las siete de la mañana, el cuartel ardió por los cuatro costados, no quedando de él, nada más que las columnas. Las balas y bombas hirieron a muchos indígenas que estaban en el bosque e hicieron huir a otros de los pueblos.
El barco que hacía su servicio entre Ukoko y Río Campo fue cañoneado, desde Elobey veíamos como las bombas caían en la playa de Mbini y no acertábamos a explicar el porqué, varias reventaban dentro del agua y otras en la misma playa, cuando vimos el barco hundido en la rinconada que forma la península de Mbini nos explicamos todo esto. El capitán del barco y los marineros se salvaron. A las 10 y media nuevo desembarque de tropas, la lluvia nos impidió apreciar los detalles. Por la tarde desembarque en la playa del Hospital, nutrido fuego de fusilería procedente del bosque
Recibió a los que saltaban a tierra, en ese momento la bandera francesa ondeó en la playa, a ratos se ocultaba y de nuevo volvía a aparecer, tal vez fuera una seña, pues las bombas reventaron a los pocos pasos, cayendo algunas detrás de las casas del Hospital sin que se prendiera fuego.
Un horroroso fuego se inició en la factoría inglesa donde parecía estar parapetado el enemigo. Una enorme humareda avivada por la fuerte brisa y por 4 barriles de alquitrán, más un centenar de cajas de petróleo que dentro del almacén se encerraban.
A las cuatro y media de la tarde, la bandera francesa era izada en señal de victoria en el asta del subgobernador, los alemanes se habían dado a la retirada.
Por la noche apareció el monte completamente iluminado por la inmensa llama que de los edificios bombardeados se elevaba al espacio. Los invasores por temor al enemigo durmieron toda la noche en las trincheras. El subgobernador que estuvo hasta altas horas de la noche resistiendo con heroica valentía, no disponiendo ya más de 14 soldados indígenas se internó en el bosque. En Mbini cogió un bote y se llegó a la Misión católica de Punta Botika de donde salió la misma noche.
Día 22 aparecieron las banderas francesas a media asta, a las nueve y media, cinco cañonazos lanzados hacia punta Ndombo, respondieron a la descarga de fusilería hecha en el interior del bosque. Por la mañana se enterraron los muertos y por la tarde se levantó el luto.
Además del correspondiente número de heridos, el de los muertos que se enterraron al día siguiente de la refriega son: 6 alemanes europeos, y 12 soldados indígenas. Los franceses tuvieron un oficial muerto y 2 marineros, más 6 senegaleses. Cuenta los últimos con un sargento que tiene la pierna atravesada, más varios indígenas con heridas de poca consideración.
El cañonero se llevó a tres prisioneros alemanes a Libreville y el miércoles se encontraron dos más en el bosque.
Parece que muchos de los soldados indígenas se dieron a la fuga cuando vieron el mal cariz que presentaban las cosas. Se supone que el número de muertos es mayor.
El jueves se encontró el cadáver de un blanco alemán que por estar desfigurado, no ha podido identificarse.
Los edificios si exceptuamos una factoría, todos los demás, como la casas Woerman, Pangesbeart, Aduanas, Correos, etc. Han sufrido desperfectos.
La casa del subgobierno tiene las habitaciones destruidas, las paredes y tejado completamente agujereados. Para impedir que se desplome están poniendo postes en sustitución de los pilares. Como a río revuelto ganancia de pescadores, no han faltado los desalmados que han sabido hacer buena limpieza de paños, ollas y género en las factorías. En la oficina de Correos y Aduanas, los armarios estaban forzados, los libros, registros y documentos públicos por los suelos.
La casa Hatton Cookson perdió en el almacén incendiado 100 cajas de petróleo, 20 de víveres, 4 barriles de alquitrán, muchas telas y ollas. En la cárcel le fue robado a un dependiente la caja, con algunos millares de marcos.
El comandante de tierra pasó al subgobernador de Elobey, un oficio en el que le daba cuenta de la toma de posesión por fuerza de guerra de la antigua colonia alemana. Se dice que marchará mañana con nuevos víveres y municiones a Kribi para hacer la guerra a la colonia alemana, en combinación con la escuadra inglesa.
Las fuerzas que desembarcaron en los diferentes ataques, fueron 30 blancos y 200 soldados senegaleses, actualmente hay para custodiarla 20 y 150 respectivamente.
El que recuerde lo que hace dos años era la vecina colonia, se convencerá del trabajo inmenso que han puesto los alemanes en embellecer su posesión. En tiempo de los franceses no había más edificios que una casa de bambú y una casita de madera y cinc para el delegado y la factoría inglesa; en el día de hoy por obra y virtud de los poseedores contaba con tres factorías más Woerman, Pangesbeart y Jhon Holt; cinco casas de piso, más diez de regulares proporciones para alemanes, vía férrea incipiente, trincheras que rodeaban todo el monte, caminos anchos que pasaban por el centro de lo que antes era un pantano, varios puentes y finalmente jardines y paseos. No podemos fijar el número de indígenas allí domiciliados a juzgar por las casas que coronan la colina pero nos pareció que había muchísimos. Ukoko en manos de los alemanes hubiera sido una floreciente colonia que habría dado que admirar.
Nuestra primera autoridad, así que se dio cuenta de la presencia del cañonero, mandó al barco al secretario don Nicolás Bernabéu y al teniente jefe de la fuerza, fueron recibidos en medio de vivas al Rey y la nación española. Pusieron en conocimiento del capitán del barco, la protesta y como es natural respondió que se guardaría de bombardear desde aguas españolas, pero que el paso por aguas neutrales no se le podía impedir. Todos estos detalles los confirmamos después de labios del comandante francés Mr. Miquelard, que nos recibió amablemente..
Los alemanes que han podido salvarse, nos confirman que han sido 11, sin contar los cinco prisioneros.
MI COMENTARIO
En mis primeros años en Guinea, tuve ocasión de hablar con algunos de los cameruneses (supongo de la etnia Fullah) que llegaron a la isla con las tropas alemanas, y todos hablaban con nostalgia y afecto de los alemanes. En la crónica del padre Doce, también se nota su mejor afecto hacia los alemanes.
Fernando el Africano - Algete 7 noviembre de 2011
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