GUINEA Y SU ENTORNO EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL-VII
Trece mil doscientos bultos
trajo en total el benemérito Ciudad de Cádiz y pocos días después de su partida
vino el conocido Jonathan Holt que también aportó esperados y muy considerables
auxilios a la casa inglesa de su nombre. Pro sin ser pesimistas siempre
habremos de añadir a modo de etiqueta, no es suficiente.
Hay que ver los convoyes de
víveres que en determinadas circunstancias pasan por nuestras calles a hombros
de fornidos soldados camerones para venir al poco tiempo a repetir la operación
sin temor a lluvias intemperies, fijos por su parte en apartar de sus poblados
el espectro del hambre.
Tanto es así, que según
informes recibidos se llegan a consumir por ese concepto 5.000 kilogramos
de arroz diarios entre los acampados a los alrededores de Santa Isabel. Ahora
si consideramos que la población íntegra de la Colonia no la constituyen
ellos solos, sino que hay que atender a los diversos puntos de nuestros
dominios, ya no nos parece exagerado el cálculo de alguien que ha dicho, que
serían necesarias para aprovisionar suficientemente estos territorios 532
toneladas de arroz mensuales. Nadie nos ha metido a economistas pero la
realidad aterra y sucede lo mismo en los demás comestibles. Habremos de
acostumbrarnos a la condición del moreno, de ir sin calzado pues en la
actualidad va este género escaseando de un modo desesperante.
De luto está la casa alemana
E.H. Moritz con el incendio y pérdidas de la factoría que tenía en Basupú,
camino de San Carlos, perdiendo todo el material, se pudo extraer con
dificultad la caja de caudales, salvándose unas 4.000 pesetas en metálico y
perdiéndose las otras 5.000 en billetes de banco. Esto se une a la destrucción
hace poco de su hermosa lancha automóvil de San Carlos. Le damos nuestra
consideración y pésame.
Notas de
Basilé (10.08.1916)
En el vapor Villaverde se
marchó para la Península
el propietario don Victoriano Calatayud con sus dos hijas, conocido es dicho
señor, por el largo tiempo que lleva en la Colonia , que pasa de 24 años, como a inteligencia
y actividad con que se ha dedicado a la agricultura y también por haber llevado
a feliz éxito una de las empresas más necesarias para la Colonia , cual es el
cultivo de hortalizas. Cualquiera que visita la huerta del señor Calatayud
queda pasmado e impresionado al ver como aquí donde faltan medios, ha sabido
industrializar para realizar tan hermoso y útil obra, fruto de su inteligencia
de tenaz empeño, por este concepto es acreedor a la gratitud de la colonia.
Días pasados, algunos braceros no muy distantes del poblado, banquetearon
alegremente a costa del prójimo. Un cerdo de unos sesenta kilos, ¡una friolera!
Aunque el dueño ha salido perdiendo pues no recibió la más pequeña indemnización,
menos mal que este poblado ha ganado algo, pues los vivos
han sido castigados con unos días de chapeo. Por esta razón ha quedado el
pueblo algo despejado.
El valor del animal sería más
de 200 pesetas y el que hubiera tenido allá por el mes de octubre, de unas 450
pesetas, todo un capital para estos tiempos de escasez y hambre.
La cosecha de cacao. Hasta
ahora no presenta mal aspecto. El camino de Rebola, de cuyo arreglo dimos
cuenta hace más de un año, va perdiendo cuanto de bueno se le dio, por haberse
derrumbado las palmeras que se tendieron en los ríos y por amenazar otras
ruinas, lo mismo se ha de decir de los escalones que se fabricaron para subir y
bajar los barrancos. Téngase en cuenta que lo que dura en Europa cuatro años,
aquí no dura ni uno, por las humedades, lluvias, soles, bichos etc.
El dinero una de las bases
del florecimiento comercial, abunda en nuestra Colonia, es el momento indicado
para en vez de empujar nuestra moneda hacia fuera, traer la extranjera hacia
dentro. Pero la crisis comercial se debe a que nuestra marina mercante no da
abasto al comercio de la Colonia. En
los puertos españoles de Barcelona, Valencia, Cádiz, Las Palmas están con muchísimas existencias en los
muelles para Fernando Pòo, por no haber tenido cabida en nuestros
trasatlánticos. Realmente la situación de nuestra flota es crítica. En esta coyuntura vienen los barcos ingleses,
que sino con la normalidad de antes, lo suficiente para proveer las casas
comerciales que no son españolas. No hace mucho visitaron nuestros puertos de
Santa Isabel, Bata y Elobey, los vapores Acrá y el Jhon Holt. No vinieron tan
mal acondicionados, pues les vimos varios días en sus operaciones de descarga
de mercancías para las casas inglesas. Solo el Acrá dejó según me dice, 130
toneladas para una factoría británica de Elobey, más todavía descargó en Bata,
solo en sal, 3.000 sacos para la factoría Jhon Holt y 2.000 para Hatton Kooson.
Las casas inglesas por las consideraciones apuntadas se defienden mejor ante el
estado precario de las españolas. Tanto es así que un comerciante español, buen
economista, calculaba en un millón de pesetas la bonificación que obtendrían en
Bata las casas Jhon Holt y Hatton Kooson de la venta de los artículos recibidos
por los barcos extranjeros de referencia, cantidad respetable de moneda, que
dejando de ser española emigra fuera de nuestra tierra.
En la carta de un querido
amigo nuestro, se define el pesar general al publicarse la noticia de la
suspensión de las obras del ferrocarril
a Basilé. Desengañémonos, no hay prosperidad colonial mientras no
disfrutemos de buena salud, lo cual no conseguiremos plenamente, hasta que
dispongamos de un sitio saludable en que poder descansar de las fatigas
provenientes del cumplimiento de nuestros deberes. No hay duda que la altura de
Basilé reúne para esto muy buenas condiciones, y que así por la benigna
temperatura, como por sus frescas y saludables aguas y por la relativamente
exigua distancia del principal núcleo urbano de la Colonia , ofrece muy buenas
garantías para el objeto apetecido, y mientras no se resuelva el fácil acceso
de comunicación, el problema subsiste.
El inicio de las obras generó mucha ilusión en toda la población, así
que esperemos que esta decepción sea pasajera.
MI COMENTARIO
.Me ha hecho mucha ilusión
que en estas noticias, aparezca el nombre de Victoriano Calatayud. Ya que un
Victor Calatayud un gran amigo mío, fallecido hace poco, debía ser nieto o
biznieto de este hombre, ya que además de coincidir en nombre y apellido, queda
identificado por haber vivido toda la vida en Basilé. Aparte de que su padre a
quién conocí, me constaba que era uno de los “veteranos” de Guinea. Lo que
ignoraba es que hubiera tenido una hermosa huerta, pues la única que conocí en
mi mocedad era la de Moka, que cuidaba el indio Ali Mama para Gaesa (o Cia.
Colonial de África)
Significativamente destaco
que en aquellos tiempos no existía en Guinea ningún camino transitable y los
transportes se hacían la mayoría por lanchas o cayucos de playa a playa, lo que
resultaría muy duro bajar productos agrícolas de Basilé o sitios similares
montañosos hasta las playas.
Fernando el Africano 30 noviembre de 2011
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