domingo, 9 de septiembre de 2012

LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 6

                                                              


                                   LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 6


Dia 23.-- Antes de partir traté de reconocer el lugar del descanso. Bososo es importante por el comercio del aceite de palma, exportándose anualmente 80 bocoyes. La circunstancia de no existir factorías en un largo trayecto de la costa obliga a que bajen y se reúnan muchos indígenas; seis negros, entre hombres y mujeres, procedentes de Santa Isabel, cambiaban los productos europeos; dos balleneras esperaban la carga fondeadas al abrigo de un montón de rocas; las chozas medio caídas que servían de almacenes, o los harapos, y la miseria de aquellos pobres comerciantes, que representaban la civilización, justificaba el desdén y atrevimiento de los salvajes, que fumaban y bebían alegremente , buen ejemplo pensé, para que deseen instruirse. También Wivour cultivó aquí unas 10 has. De cacao, que se conservan en regular estado.

Sin guía, por comprender que los presentes no se hallaban dispuestos a perder de la vista los barriles de ron ni sus cestos de aceite, me interné, encontrando a la media hora de marcha una choza. El bubi que se entretenía en arreglar las calabazas, nos enseñó una senda, con la cual anduvimos hasta desembarcar en una extensa playa con hileras de naranjos y mangos. La tela del bosque, los plátanos y la caña de azúcar confirmaban la existencia de una plantación abandonada; pertenecía a Don Laureano Acunha de Santo Tomé.

Gran número de indígenas con las mujeres y niños corrieron en distintas direcciones; mi risa y los saludos en alta voz fueron atrayéndoles; el tabaco estrechó las distancias y pude tomar unas cuantas notas. Después de una hora y nada menos que con cinco de ellos, me puse en marcha; todos se despidieron en el río Balidisuba, límite del territorio Basakato que comprende los pueblos de Bepara, Basinoká y Basupú.

Otra vez solos, caminamos por espacio de una hora hasta una pequeña ranchería, de Bomosochi; un muchacho nos llevó a una plantación de cacao y en ella decidió comer y pasar la noche. El detalle más saliente de esta jornada se redujo simplemente a observar que los bubis usaban el sombrerito plano sujeto con un punzón, prenda ya olvidada, pues desde principio de la expedición por el O. no lo había vuelto a ver.

Los dueños de la plantación son bubis del distrito de Basuala. Las líneas del rostro, indican que nacieron y se criaron durante la primera edad en el besé; educados por los ingleses; aprendieron en su idioma, religión y varios conocimientos; últimamente nuestros misioneros lograron su conversión y que contrajeran matrimonio; el marido Balakake, goza fama de inteligente carpintero, demuestran que lo es, la casa y dependencias construidas con más solidez que las anteriores. Trabajan en la finca como braceros tres krumanes y un bubi. El cultivo principal es el cacao, en producción; ñames, plátanos, yuca y maíz, ocuparán una tercera parte del terreno desmontado: la cría de gallinas y cerdo y el comercio, les permiten vivir desahogadamente, y no tardarán en avecindarse en Santa Isabel.

Tres sendas, anchas y limpias, comunican el besé con un arroyuelo que les surte de agua y con el mar, por donde reciben y envían productos y efectúan sus viajes. Ofrece el embarcadero una particularidad entre las rocas desprendidas de la costa y que las mareas cubren, crecen siete u ocho árboles que utilizan para sujetar a ellos los botes y cayuco. Por la noche llamó mi atención que se alumbraban con teas mojadas en líquido parecido al petróleo, y recordé que en los puntos visitados lo usaban también, averiguando ahora que por medio de incisiones lo extraían de un árbol, que examiné al día siguiente y que debe ser o pertenece a la especie de cacahuey (arachis hipogea).

Día 24.-- A las siete de la mañana nos dirigimos hacia la punta del Frontón, límite del término de Basuala, formado por tres pueblos, Batoi, Bacoña y Bamosochi. En la primera ranchería de Bososo (Territorio de Bani) un bubi alto, llamado Bissapá- Bisebú, mostró deseos de enseñarnos su finca de cacao, a que accedí con gusto; la constituye poco más de una ha. Con las plantas pequeñas por estar colocadas a cortas distancias unas de otras; y con algunos plátanos y malangas; el año pasado vendió la cosecha por seis cajas de ginebra.

De esta plantación marché a la más importante de la costa oriental, situada en la ensenada Armero y en el territorio de Botaribó- Kopuapá. La forman unas 20 ha. De cacao, muy lozano, con secaderos de fábrica y con los cultivos y dependencias auxiliares y propios de las grandes haciendas. Su dueño Laureano Acunha, negro de Santó Thomé, falleció no hace mucho, la administra en nombre de su heredero otro de la misma isla, llamado Nacimiento.

Continuando el camino tropiezo con chozas y plantaciones de ñame a 90 metros de altura, me sorprende porque comúnmente la sitúan al interior y a mayor elevación, pertenecen al pueblo de Basariche. Bajando a la playa llamado Topé por los de Santa Isabel, recorrí las plantaciones de cacao de Jeremias Barleycorn y de Gainza cubano; el último me dice, al recordarle la belleza y fertilidad de Cuba, que en Fernando Poo todos los cafetales se desarrollan y dan frutos antes que en aquella.

Estas plantaciones, en producción y bien conservadas, las ensancharían sus dueños si no tropezaran con la resistencia de los bubis a venderles sus palmeras. A pesar de esto las noticias me animaron. Se extendía ante mi vista una zona explotada con recursos propios; penetré en ella atravesando primero dos pequeñas plantaciones; una recién sembrada y otra en preparación, y media hora después, una de 6 Ha. En producción, comprada por Gainza y tres en buen estado, de Wivour, Dewis y Stop, todos Sierra- leonas. Hicimos parada en Elaka por cansancio.

Día 25.-- A primera hora, y hacia el N. visité cuatro plantaciones más de Macfoy y Stop, dueños de otras ya mencionadas; y de Sara, hija de bubis, la de esta última en mal estado. Retrocediendo al punto de partida, me dirigí sin perder tiempo al besé. Truenos lejanos anunciaban tempestad; al cuarto de hora de una calma que asfixiaba,. Empezaron a agitarse los árboles y las plantas del bosque: una fuerte racha de viento llegó hasta nosotros y empezó a diluviar; era un tornado que iniciaba el principio de la estación lluviosa. La temperatura baja bruscamente a 10º.

A la hora y media de ascender, resbalando a cada paso por convertirse la senda en arroyo, se destacó un pequeño y elegante edificio de hierro, estábamos en la Misión inglesa. Un negro, en nombre de mister Bell, pastor protestante, puso a mi disposición las habitaciones; según me dijo, dicho señor le avisó desde Santa Isabel para que se enterara de mi excursión por aquella parte de la isla; a la verdad, fui, tratado con cortesía y respeto, y aprovecho esta ocasión para hacer constar mi agradecimiento.

Entre otros, cultiva la Misión cacao y ñames, para una altura de 300 metros, las plantas del primero no pr4sentan mal desarrollo. Niños no vi más de cinco, pero en cambio pude apreciar que ejerce dicho establecimiento, alguna influencia sobre los habitantes adultos de las cercanías.


                                                    MIS COMENTARIOS


Se nota que el señor Valero se preocupa de estudiar los cultivos de la Isla, y las alturas en que se adaptan cada producto, labor por la que vino a la Isla entre otras. .

Se destaca que contra la Leyenda Negra de que los negros no podían tener más de 4 hectáreas, es falso, tanto es así que hasta los extranjeros ( sierra- leonas y krumanes) tenían las mejores fincas. La leyenda está basada en un Decreto que por cada hijo nacido dentro de las normas cristianas, se les regalaba 4 hectáreas a los nativos y ya no podían solicitar más donaciones, pero si en cambio podían comprar nuevos terrenos. En mi capítulo de Leyes Coloniales, se puede ver al detalle este decreto.

                                           Barcelona a 9 de septiembre de 2012

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