EL
COMERCIO EN LA COSTA AFRICANA DEL ATLÁNTICO
El
comercio de la Costa Atlántica africana lo iniciaron los
portugueses, y la mayor parte de los establecimientos comerciales de
la Costa, fortines y construcciones bien situados estaban en sus
manos, posteriormente los españoles fueron colocando los suyos,
hasta que el negocio de esclavos tomó la importancia necesaria y en
ese momento, franceses, ingleses, y holandeses hicieron valer sus
potentes flotas para hacerse con el comercio de la zona, ya que
España bastante trabajo tenía con proteger sus barcos que venían
de las Americas, a donde llevaban esclavos y traían plata y oro,
entre otros productos, máxime cuando la Corona británica, autorizó
a los corsarios, que bajo patente inglesa, estaban autorizados a
atacar los mercantes españoles, y pagando un diezmo podían
protegerse y abastecerse en los puertos ingleses y en sus Colonias,
de esa forma los comerciantes británicos fomentaron la botadura de
flotas dedicadas a ese negocio, y para ello reciclaron a un número
importante de piratas, convirtiéndolos en corsarios, eso hoy se
llamaría reinserción social.
En
la infancia del comercio marítimo africano, el oro, marfil, la cera,
las gomas, los animales exóticos, las maderas, tintes era la base
del negocio que los europeos trocaban por cuentas de cristal,
confección de lana, aguardiente, vasijas de latón, aros de metal
luego la base fueron los esclavos, en donde la codicia y la necesidad
de obtener muchos, hizo que los comerciantes negros que los vendían
a los traficantes ,se espabilaran y subiera el precio y el valor de
su mercancía, hubo una total inflación, exigiendo a cambio otros
elementos más valiosos, como buenas telas, armas de fuego, pólvora,
bebidas alcohólicas, tabaco, sombreros, ornamentos de plata. Para
ello se establecieron precios que según la zona, se utilizaba una
moneda patrón, en unos sitios el bar, en otros pieces, Ackeys y en
la zona de Nigeria el Pawn y en el Camerún hacia abajo el Copper.
La
necesidad obligó igualmente a que la captura de personal se tuviera
que buscar en poblados alejados de la Costa, donde los habían
esquilmado y además se trasladó la población hacia el interior
para evitar las capturas, casi siempre de una tribu sobre otra.
El
intercambio era supervisado por el jefe del poblado, que había
intervenido en la operación, o recibía sus regalos pertinentes,
comisiones y otros artilugios, a cuyo fin las ceremonias para lograr
su protección y evitar sus represalias, eran estudiadas con
detenimiento por el comerciante europeo que era un habitual de la
zona, de no ser así no se aventuraba a entrar en un poblado, ya que
se exponía a que le robaran, y sirviera de cena para el festín del
expolio. La verdad no debe ser muy agradable estar dentro de una olla
con agua hirviendo y ver como se ponen tus trajes.
Normalmente
los comerciantes, tenían sus ganchos, enlaces en cada punto que
tocaban, y con una periodicidad predeterminada, llegaban a esa bahía
donde tras esperar, dos o tres días, se producía el cierre de
negociaciones, aprovechando para cargar agua y víveres. Había
almacenes donde se hacinaban esperando su venta, como por ejemplo en
la isla de Zanzíbar donde el sultán llegaba a tener un depósito de
dos mil esclavo
Fernando el Africano (Fernando García Gimeno de mi archivo )
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