domingo, 4 de noviembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO CAPÍTULO 63 -


                                                         
                                                                  Annobón
                                                     ¡ HASTA SIEMPRE GUINEA!

Yo me acordaré toda la vida de África, donde enterré mis mejores esfuerzos, las ilusiones más honestas, recordaré a cada uno de mis amigos, de las personas que de una forma fugaz pasaron por mi entorno pero dejaron su semilla de amistad, y mi pregunta es ¿ Alguien se acordará de mi? ¿ Un ser tendrá un momento en su mente, en su recuerdo, aquel Fernando que rió, lloró con él en aquel lugar ?. Me gustaría irme de este mundo teniendo conocimiento de que ese favor que hice, esa sonrisa que lancé, aquel apretón de manos que di, germinaron en recuerdos, ayer, hoy o mañana.

Por cierto, no sé si a alguien le ha pasado, cuando era muy joven, a veces al llegar a un lugar, en que no había estado nunca, reconocía su trazado, adivinaba la situación de un árbol, aparecía el recuerdo de una casa, que era exacta como mi pensamiento o mi imaginación me describía. Tal vez como si hubiera vivido otra vida, y en ella, habría estado en aquel lugar. Al hacerme mayor perdí esa facultad, o tal vez mi vida anterior , si la tuve, ya se ha borrado del todo. Quisiera que si existe esa reencarnación, volver a ser una persona buena, como creo he sido, y me agradaría enmendar aquellos actos, en que la ira, el orgullo, la soberbia me ha dominado. Pero sobre todo volver a tener unos amigos tan maravillosos de los que he gozado.

Los fines de semana y los días que no teníamos teatro u otra actividad, nos juntábamos en el Casino a practicar nuevos bailes, como el Madison, que fue al principio arrollador.

Todos formábamos un grupo tan unido que los coches y las motos se quedaban con las llaves puestas, lo normal es que hiciéramos intercambio de vehículos sin consultar, dependiendo de precisar moto, Land Rover o turismo. Las motos todas eran BMW, y en los coches tampoco había mucha variación. El intercambio de chicas ya no era tan normal, sí mucho más usual el de las miningas, aunque eran ellas las que escogían y nos dejaban plantados para irse con otro amigo, normalmente con el que se lo pasaba mejor por su conversación nunca por el aspecto económico, tanto es así que en la Isla había hijos de los grandes finqueros, que venían de vacaciones, o a buscarse una forma de hacer el servicio militar en Guinea, donde solo eran tres meses, y pese a su alto nivel económico no lograban más que otros que sus medios eran mínimos.

El que uno fuera el elegido, derivaba en que durante algunos días nos avasallaba el agraciado con su “ego” subido de tono. Antes de retirarnos a casa, las pasábamos a recoger a Anita Guau o Riakamba, los dos únicos bailes que existían, en los que no se pagaba entrada, y una bebida costaba lo mismo que en un bar normal, te podías permitir el lujo de invitar a las chicas a cuantas copas de coñac fueran capaces de beber, ya allí no era como en España, que les servían coca-cola en copa, y te cobraban como coñac o wisky. Lo curioso es que en esos bares no existía prohibición de bebida alcohólica para los nativos, cuando en la calle estaba perseguida.

Yo seguía con mi baloncesto, dando clases gratis a todos los colegios de la ciudad, al Orfanato y a Basilé. Era secretario del Casino, centro neurálgico de las fiestas y juergas de Fernando Poo. Me ganaba muy bien la vida, aunque me gastaba todo lo que ganaba. Parte del material deportivo lo financiaba con mis ingresos, pero empezaron las presiones de la autonomía, tanto para los blancos como para los negros. Por ejemplo, a mí, que era socio del tiro nacional y pertenecía al somatén, la Policía me incautó una pistola de cachas nacaradas que legalmente acababa de comprarme, por indicación de la misma policía que ahora me la quitaba. Por cierto todavía tengo el papel de la incautación.

En la selección de baloncesto de la isla jugaba conmigo Luis Maho, al que hice capitán, este abogado educado en Barcelona ocupó un cargo importante en el Ministerio de Justicia con el primer presidente de Guinea Macías, e igualmente jugaba Saturnino Ibongo, que fue el representante del Gobierno de Macías en la ONU, y a quien Macias asesinó. Saturnino era un magnífico estudiante, universitario licenciado por la Universidad de Deusto. Estando rodeado de los futuros gobernantes de la nueva nación africana, vivía las corrientes políticas, comentándolas con ellos, en parte porque me consideraba tan nativo como ellos, pese al error que hizo el Gobierno de España no permitiendo votar ni tan siquiera en las autonómicas a personas como yo, que llevaban viviendo veintidós años en la isla, pero es que tampoco a primos míos que habían nacido allí. En cambio sí lo permitió a negros procedentes de otras partes de África, alguno de ellos llevaban pocos años en la isla. Resumiendo, nos discriminaron por el color de la piel.

Cuando a veces la gente me pregunta de dónde soy, siempre contesto que africano, pues es la tierra donde pasé la niñez, la juventud y parte de la madurez. Donde recibí mucho, aportando, por mi parte, la semilla de mi amor por África.

Un día en una reunión, mis amigos nativos empezaron a comentar que los blancos nos teníamos que ir todos, que ya los habíamos explotado mucho, etc., que no me sintiera ofendido, dado que yo era uno de ellos. Esa conversación me indignó, porque muchos de ellos nacidos en España, se habían casado con blancas, habiendo llegado a Guinea por primera vez hacía pocos años, no habiendo aportado nada, absolutamente nada al país, vinieran a imponer sus bastardos criterios, basados en que no habiendo blancos, todos los puestos importantes e interesantes serían para ellos.

Por otra parte se empezaba a notar las divergencias entre las diferentes etnias, y la lucha que se iba a establecer entre Fernando Poo y río Muni, aunque las conversaciones se mantenían en un tono moderado, responsable y abierto al diálogo, empezó a preocuparme, pese a que por otra parte hacia mi persona nada más oía palabras cariñosas, pero también comprendía que los líderes más extremistas serían los votados, presumía que mis amigos se verían obligados a ser extremistas para ascender al poder y la vida de los blancos se nos iba a complicar en África, incluso a personas como yo, que era lo único que conocía y que amaba.

Prueba que todos no opinaban lo mismo, es que un día estando en Anita Guau, bailando con María Malabo, que como he comentado antes era nieta, según parece, del rey de la isla, se inició una pelea entre varios indígenas, y al preguntarle a María qué pasaba, me respondió que uno quería meterse conmigo y el resto salió en mi defensa. María trabajaba de telefonista con mi hermana en la Central Telefónica, y algunas veces mi hermana que era su jefe le interrogaba, si veía por las noches en Anita Guau a su novio Pedro Marín, y María contestaba muy graciosa : A su novio no lo veo pero a su hermano Fernando todos los días.

El Gobierno de España, como fue habitual en todas las políticas de descolonización a través de la historia, lo hizo mal, en parte porque sus consejeros en muchos casos eran personas que visitaban las colonias, se tomaban unas copas con los nativos, y ya creían que lo sabían todo. Nunca se dejaron aconsejar por los españoles que habían nacido en esas colonias, o que estaban totalmente vinculados a esos territorios, ni tan siquiera de los fernandinos que formaban parte de la élite de la población.

Por otra parte, dentro del Gobierno español existían dos tendencias, una encabezada por Carrero Blanco (de quien decían que sabía mucho sobre Fernando Poo, por tener intereses en la isla, aunque no podría asegurarlo) y otra Castíella, que en esto demostró una visión nefasta. Carrero era de la tendencia de independencia separada y Castíella de dársela conjuntamente, como así se hizo con un presidente fang y un vicepresidente bubi. Tenía que haber sido federada o separada o autonómica, como son ahora todas las regiones españolas, pero sobre todo, no haber cedido a las presiones de la ONU y haber preparado mejor la transición, especialmente incorporando a las nuevas generaciones de universitarios que se estaban preparando en España, y apoyando de una forma decisiva la nueva economía del país, invirtiendo pero controlando donde y como se manejaba el dinero, no es manos de ineptos o ambiciosos sin escrúpulos.

Por otra parte, todas las independencias tienen el problema que los habitantes de estos territorios que se sienten liberados condicionan las injusticias al país colonizador, cuando la realidad es que injusticia existe hasta en los países libres, donde los dirigentes o capitalistas ejercen la justicia con diferentes varas de medir. El obrero se siente avasallado y explotado. Pero la democracia, aun siendo mala, es el menos malo de los sistemas, tanto en una colonia como en la metrópoli.

La independencia tenía otro problema añadido: las diferencias básicas que existían entre Río Muni y la isla, que eran muy someramente las siguientes:



                            FERNANDO PÓO



Situado a 35 kilómetros de la Costa, su extensión es de 2.071 Km. Origen volcánico con montes de 3.080 metros, 1900 y 2000 los más importantes, de unos 70 kilómetros de larga por 35 de ancha más o menos. Su parte norte donde está la capital la más poblada y la parte sur Ureka casi salvaje todavía.

Con setenta y cinco mil habitantes, de los cuales 40.000 eran trabajadores nigerianos, 5.000 cameruneses, 15.000 bubis, 4.000 europeos o blancos, 3.000 fangs y 7.000 de otras etnias, entre ellos muchos criós o fernandinos, llamados así porque sus antepasados procedían de otras partes de África, pero ellos habían nacido en la isla. Las cifras nunca han coincidido, pero las proporciones deben ser muy similares. La isla sufrió una merma de población muy importante debido a la viruela de 1889., desde esa fecha a 1930 la población se redujo en un 50% según algunos expertos, desapareciendo poblados tales como Biobanda, Relebó, Nohobá , mermando muchísimo los de Risule, Riringó, Maddo y otros especialmente de la zona alta y central de la región.

Riqueza: Cacao de alta calidad, plátano, algo de café, pesca, con reservas importantes de petróleo no utilizables en aquel momento. Resumiendo, con una economía de las más prósperas de todo el mundo, así como una infraestructura importante y bien desarrollada.

El único país del mundo sin parados, y con falta de mano de obra.





                           RÍO MUNI

26.000 kilómetros cuadrados aproximadamente, situado entre Gabón y Camerún,

Cerca de 300.000 habitantes, casi todos fangs, unos 3.000 blancos, y una población reducida de trabajadores nigerianos.

Riqueza: Café, madera, pero todo ello con cierta regresión, en parte porque el café no era de alta calidad, y la madera estaba muy explotada. Minería y petróleo sin explotar pero con prospecciones afirmativas. Economía buena pero la infraestructura atrasada.

                           ANNOBÓN, CORISCO Y ELOBEYES

 Islas de mínima importancia pero con la singularidad de que los annoboneses siempre se han sentido totalmente españoles, y han destacado por la pesca y el coraje. Por sentirse tan españoles, Macías casi los exterminó y los dejó totalmente incomunicados con el mundo exterior, no prestándoles asistencia médica en una epidemia de cólera que tuvieron hace pocos años, en que la población quedó abandonada.

Curiosamente en Corisco, de unos 25 kilómetros cuadrados, es donde se establecieron por primera vez en esa zona los europeos, fundando los holandeses, ingleses y portugueses centros comerciales y de trata de esclavos, por estar estratégicamente situada a la desembocadura de los ríos Munda y Muni.

Resumiendo, tenían el problema que los 15.000 bubis poco podían pintar ante los cerca de 300.000 fangs. Entonces se estableció una lucha entre los que consideraban que la independencia tenía que ser separada y los que la deseaban conjunta, ante el temor que Nigeria pudiera reivindicar derechos sobre la isla. Por otra parte, los continentales donde los fangs dominaban a los ndowes bisios y otras minorías, pensaban en que les interesaba conjuntamente, dada la riqueza de la isla, y la posibilidad de colocar muchos ejecutivos en los puestos clave de la nueva Administración.

Llegado ese momento, dado mi carácter, que no sabía estar callado y contemporizar contra las posibles injusticias, me planteé el problema de volver a España; pero en realidad no era volver, al haberme marchado de España con ocho años y ahora tenía treinta y dos. Por lo tanto, para mí sería todo desconocido, con la incidencia de que habiendo logrado un alto nivel de vida, tendría que empezar de cero, sin una reserva económica, con la agravante de que no tenía ni oficio ni beneficio. El tipo de trabajo que había desempeñado en la isla no podía realizarlo en la Península, pero barruntaba un porvenir tormentoso en mi ciudad, tierra por la que sentía verdadero amor, considerándolo el paraíso terrenal. Así que le comuniqué a Papá Banana mi jefe, que me iba para no volver de momento.

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