lunes, 23 de septiembre de 2013

MI BIOGRAFÍA EN VERSO










                                                                
                                                  En el tronco de una Ceiba, cuya raíz es tan fuerte 
                                                   como la de mi familia y la mía. 
MI BIOGRAFÍA EN VERSO

Les amenazo, esto es mi vida en verso
no es de un famoso ni un ilustre
no es de un santo ni un converso
es de un hombre que nunca está triste.

Ya que he pasado por mil peligros,
he recorrido cuatro continentes,
he sembrado el mundo de amigos
y no he dejado cuentas pendientes.

Nací en república y marché con dictadura,
bombas, hambre,  y malos momentos,
de pulmonía y pleuresía tuve cura  
cuando era mortal sin medicamentos.

Con nueve años me llevaron a Guinea
huyendo de la miseria y del racionamiento,
mis padres tuvieron esa feliz idea
escogiendo el infierno como tabla de salvamento.

En un barco, el Domine,  llegué al Paraíso,  
un mundo mágico de verde naturaleza
donde los bichos te visitaban sin permiso,
mordiendo, picando sin ninguna pereza.

Aquellas torres de la hermosa Catedral
me saludaron con fuerte repicar,
creyendo yo que era por mi funeral
al ver suelto tanto animal.

Arañas peludas sin pasar por peluquería
jen-jen en nubes cubriendo el sol,
las serpientes que yo tanto temía,
todos pululaban en la ciudad sin pudor.

Ingresé en el nuevo Instituto Colonial
en una mezcla de todos colores,
las dependencias no estaban mal 
lo malo eran algunos profesores.

Algunos eran militares de la Marina
Otros no daban clases por ausencia,
los sacerdotes enseñaban por rutina,
casi todos carecían de experiencia.

Pese a mi anarquía y mi cabeza dura,
terminé los siete años de bachillerato,
y no me expulsaron gracias a un cura,
aunque tuve que dar pruebas de beato.

Empecé en Papá Banana a trabajar,
un portugués amable y trabajador,
aunque el negocio le iba mal,
le pusimos ganas y mucho sudor.

 Se convirtió en un negocio formidable,
contratando  para el campo braceros,
nuestra fama se convirtió en notable,
y ganamos cifras de varios ceros.

La falta de mano de obra era importante,
se traían magníficos trabajadores nigerianos,
que sacaban las cosechas  adelante
trabajando a destajo a dos manos.

Hice el servicio militar, que eran tres meses,
todos los días dos horas de instrucción,
el grupo era de doce juveniles cadetes
el mando, brigadas, tenientes, un montón.

El país progresaba a pasos gigantes,
funcionaba el hospital y el servicio sanitario,
había luz y agua, no como antes,
todos los días noticias en prensa y radio.

No conocí a nadie limosna pidiendo,
la naturaleza daba  gratuita comida,
el que diga lo contrario está mintiendo,
al nativo su patrimonio le daba vida.

No precisaba de trabajar en el campo,
el trabajo agrícola era para los extranjeros,
los oficios y oficinas para el nativo,
los blancos trabajos ligeros.

Un día la inutilidad de un gobierno,
desmontó el paraíso de blancos y negros,
el país se convirtió en un infierno,
y tuvimos que salir nadando o a  remos.

Un loco expulsó a los trabajadores,
quemó los libros de los blancos,
asesinó de los suyos a los mejores,
todo fueron sangre y llantos.

Aquí la lucha en la jungla del asfalto, 
nos abrió nuevos y duros caminos,
aunque en mi vida , no falto  
en recodar a los muertos amigos.

Guinea en tu  tierra dejé semilla
Planté  alegría, afecto y amor  
recordándote la mirada brilla
aunque siento siempre cierto dolor.


Fernando el Africano    - Papá Mánji

Barcelona a 25 de junio 2012


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